Volcán Cotopaxi y sus alrededores

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¿Cómo se visita a su Majestad el volcán Cotopaxi? ¿Cuál es la mejor manera de aproximarse a una montaña mítica como ésta, la verdadera corona de los Andes ecuatorianos, con el respeto que un simple mortal podría merecerle? Claro, nadie piensa en esto cuando hace su ruta de viajes. Pero quizás Él también espera algo de nosotros. Quizás podríamos seguir el camino que Él mismo ha trazado hasta su castillo.

El volcán Cotopaxi es uno de los atractivos turísticos más importantes de la ciudad de Quito. Para la mayoría de sus visitantes, sin duda, el fin es llegar lo más cerca posible de su cónica perfección, con el cielo despejado y listo para la foto. Pero quizás la vía asfaltada y de lado, con centros de registro e interpretación, que los seres humanos hemos trazado para llegar a este emblema natural del país, no es precisamente la vía que Él espera que nosotros tomemos. Quizás prefiera que lleguemos de frente, con el respeto que se le debe, por los gigantescos caminos que cavó, a través de los milenios, con sus propios brazos de tierra.  Quizás la experiencia más espiritual, más trascendental, de aventurarnos hasta el Cotopaxi empieza con seguir sus propias huellas. Pues el volcán no es tan solo el cúmulo de nieve que rodea su esbelto cuello. El Cotopaxi es mucho más. Está, incluso, debajo de nosotros.

Sus alfombras rojas, sus lahares… aquellos trayectos que han marcado la historia de su actividad volcánica dibujan venas sobre los paisajes que nos llevan hasta su corazón. Una tal ruta desde Quito, por ejemplo, es la siguiente. Luego de pasar por el redondel del Colibrí (a pocos kilómetros de San Rafael) hacia Amaguaña, del redondel que le sigue nos dirigimos a la izquierda, por el camino que marca a Selva Alegre. Una visita cercana e interesante son las Cascadas del Río Pita (un desvío hacia la izquierda está indicado), pero siguiendo adelante, inicia un camino empedrado que escolta uno de los lahares más importantes del Cotopaxi, y que, siendo un camino empedrado, es un verdadero lujo en esta era de “asfaltarlo todo” en la que vivimos. Quizás notes la fábrica de textiles Enkador, con sus rótulos azules, a tu derecha, para saber que estás en buen camino.

Rápidamente se abren los paisajes majestuosos de la cara norte del volcán y empezamos a divisar las partes de este cuerpo tutelar: inmensas rocas protuberantes, hondonadas kilométricas, acantilados que se filtran a la vista sobre los arados y campos agrícolas de la zona. El camino es bueno, en épocas secas presentará pocas dificultades, aunque durante las lluvias es sensato transitarlo con un vehículo 4×4. A medida que se asoman los pajonales, los árboles de Polylepis, los vientos del páramo, sentimos la presencia del coloso, ya visible a cada vez menor distancia cuando el día está despejado. Una primera parada podría ser Chilcabamba, para una deliciosa comida (y si lo reservas con anterioridad, un muy especial menú de degustación de recetas de autor), donde puedes también pasar la noche en sus cálidas instalaciones. Más allá, está la Entrada Norte del Parque Nacional. Aquí tienes la opción de entrar al parque o girar a la derecha hacia otro excelente alojamiento, la Hacienda El Porvenir, que espera con un delicioso (y para quienes no la hayan visitado últimamente, completamente renovado) menú tradicional, con actividades que incluyen cabalgatas, senderos en bosque andino, al pie del volcán; también puedes seguir el emblemático empedrado al oeste, hacia la ciudad de Machachi, pasar por las fábricas de Güitig (donde puedes conocer sus ajardinadas instalaciones y meterte en sus piscinas burbujeantes de agua mineral), o empatar con la carretera Panamericana hacia otros destinos.

El Parque Nacional

Visitar el Cotopaxi es mucho más que subir hasta su refugio. Es toda una gama de experiencias para todos los gustos. Tomando esta vía desde la Entrada Norte, continúas derecho en línea recta con el gran nevado de frente. Pasas al lado de Tambopaxi, un hospedaje renovado cuya ubicación privilegiada dentro del parque sus dueños no se la han tomado en vano (ventanales panorámicos se abren espectacularmente al volcán). Si sigues adelante, se forma una bifurcación. A la derecha, avanzas hasta la Laguna de Limpiopungo, un pantano lleno de aves de páramo, al que podrás orillar sobre un bonito sendero de pajonal, o, por detrás de la laguna, iniciar el ascenso hacia los tres picos del volcán Rumiñahui. A la izquierda desde la bifurcación, lo más común es trepar hasta el refugio José Rivas, imán de la mayoría de visitantes y lugar desde donde la mayoría de montañistas parte para llegar a la cumbre. Muchas personas, sin embargo, desconocen la posibilidad de volver a girar a la izquierda (noreste) antes de avanzar al refugio. Esta ruta en realidad termina siendo la gran vuelta del parque, a medida que uno circunvala alrededor de un importante trayecto de la base del volcán. Primero pasarás por ruinas arqueológicas… las más cercanas a la vía son las de El Salitre, pero vale la pena, con tiempo, aventurarte a Ingaloma, una caminata de pocas horas a un fabuloso mirador con estructuras de piedra que evidencian la presencia de antiguos pucarás, abandonados antes de la llegada de los españoles. A unos 15 km de estos desvíos está la fabulosa Laguna de Santo Domingo y un poco más allá, la de Yanacocha. Detrás de ellas, puedes continuar a pie en dirección del nevado, o realizar largas caminatas rondándolo, con senderismo en la base del Morurco, una formación que algunos llaman “el tapón del Cotopaxi” por creer que la fuerza volcánica de su primera erupción lo expulsó para convertirlo en su cerro hermano. En épocas no activas, puedes hacer cumbre del Cotopaxi desde el Refugio de la Cara Sur, un ambicioso desafío para montañistas expertos (la Cara Sur también es accesible desde la entrada principal de la Panamericana, pasando por la vía a San Agustín de Lasso y continuando hasta San Ramón y La Vaquería; es decir, viajando hacia el sur y hasta este). Entre el Morurco y el Cotopaxi se pueden visitar cascadas y el centro de monitoreo del volcán.  Desde las lagunas, la vía transitable en auto gira hacia el este, llevándonos fuera del parque a través del encañonado de El Cajas hacia las remotas haciendas de El Tambo y Yanahurco, en las faldas, también, del volcán Quilindaña, ideal para quienes buscan lugares más inmersos aún en páramo. Experiencias de rodeo, caminatas únicas, lugares mágicos que no tienen parangón en el país, con las únicas compañeras, las altas y señoriales montañas de los Andes.

PARQUE DE AVENTURAS

Escalar las montañas: Rumiñahui (4710 msnm), Morurco (4880 msnm)  y el propio Cotopaxi (5 897 – hacer cumbre está prohibido a raíz de la reciente actividad del volcán), y las cercanas Quilindaña (4 919 msnm) y Sincholahua (4 873 msmm) ubicadas a poca distancia afuera del parque. ¡Contáctate con un guía ASEGUIM para iniciar tu proceso de aclimatación y conquistar los Andes!


El famoso Trek del Cóndor: Mínimo 3 días desde El Tambo (Virgen) de Papallacta (pasando las lagunas de Antisana (Santa Lucía), el páramo de Diguche y la base del Sincholahua hasta llegar al Control Norte e ingresar a Cotopaxi.


Vuelta al Cotopaxi (a pie): Toda la base del volcán toma de 5-7 días desde la Estación Mariscal Sucre. Puedes bajar hasta Mulaló (toma más tiempo), o subir directamente hacia Morurco.


Camping designados: El Boliche; Estación Mariscal Sucre (a 500 m de Limpiopungo); a un costado de la Y que lleva a Limpiopungo; Lagunas de Santo Domingo; para quienes realizan la vuelta al Cotopaxi un buen sitio al sur está entre Morurco y Cotopaxi, y el Refugio Cotopaxi Cara Sur.


Vuelta al Cotopaxi (a dos ruedas): Una fabulosa ruta de bici que baja hasta Mulaló y sube a Chilcabamba es también una popular competencia de ciclismo de montaña. Este año se realizará la 12va edición (Oct. 28-29, 2017).


Downhill (o un tremendo uphill): Llegar en auto hasta el parqueadero debajo del refugio José Rivas y pedalear de bajada (¡hemos visto quienes suben en bici y luego bajan!).

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