El corazón de Cuenca: sus encantadoras calles parecen todas conducir hasta la fabulosa “casa amarilla” de la esquina del Parque Calderón. En el fondo de la misma, subiendo las escaleras hasta el segundo piso está Mansión Matilde.
¿Listos para transportarse? Acá espera una burbuja, un lugar entre elegante y familiar, entre serio y divertido, entre formal e informal; entre slow food y bocadillos para pasar la tarde. Nuestra reciente visita a este exquisito receptáculo de buenas experiencias, nos dejó sin aliento.
Estamos entusiasmados de poder compartir con ustedes la experiencia “Matilde” en Nuestra Mesa Extraordinaria con Güitig.
Una bienvenida vibrante
Desde el momento en que ingresas en Mansión Matilde, te espera su atmósfera cálida, afable; y claro, un deleite para los ojos por su decoración lleno de buen gusto y hermosos detalles. Todo el equipo irradia esa energía juvenil y generosa, sonrisas contagiosas y un entusiasmo por mostrarte lo que hace tan especial a sus tres espacios: el exquisito salón de té, el excelente restaurante y un bar con hermosos vitrales y una prodigiosa vista a la Catedral.
Pero lo que más impacta es siempre esa capacidad de este espacio único de la restauración ecuatoriana de irse transformando a medida que pasas tiempo en él, hasta que te sientas completamente en casa. Una casa muy especial, por supuesto.
Descubrimos cómodamente su Bar 1880 (que recuerda la fecha en que se construyó la residencia que hoy ha sido tan majestuosamente restaurada), donde puedes disfrutar cualquier aperitivo. Nos recomiendan un delicioso Negroni, pero la carta es extensa y llena de buenas opciones. Pedimos algo “rico” con Güitig y nos sirven el más refrescante mojito, perfecto para la media tarde.
Claro, puedes, fácilmente pasar horas en el bar. Pero sería perderte una de las grandes experiencias: el tea room.
A lo francés… a lo inglés… ¡a lo cuencano!
Tea time es, sin duda, una tradición inglesa. Aunque acá en Mansión Matilde, uno siente también otros horizontes. Lo afrancesado del salón —la flor de lis, los colores pasteles del papel tapiz, los muebles elegantes y dorados marcos de espejos y cuadros— son un guiño al pasado glamoroso de la residencia original.
El surtido de tés importados es completo, incluyendo deliciosas variedades del subcontinente asiático: chais, oolongs… y claro, los clásicos británicos como aromáticos Earl Greys. Acá te enseñan cómo escoger si no eres experto; los amables meseros con paciencia buscarán el té que mejor te represente… Todo para disfrutarlo junto al delicioso palillero.
El palillero es una oda al hors d’oeuvre, al bocadillo. Nuevamente, de inspiración inglesa, el palillero de Mansión Matilde le rinde homenaje a la tradición dulcera de su ciudad. En Inglaterra, suelen ser bocadillos salados, y los hay en este palillero, pero dominan, claro, los dulces: las milhojas, los profiteroles, la deliciosa Pavlova, los “higuitos” con queso y claro, el hit: helado de canelazo.
Una Güitig para templar el paladar y uno está hecho. ¡Es una de las experiencias dulceras y de media tarde más especiales del país!
Al plato fuerte
Es una verdadera “jornada gastronómica” en Mansión Matilde, cuyo punto cúspide se da en los lujosos salones y elegantes mesas decoradas del restaurante principal. Cocina “lenta”, de autor y, sobre todo, centrada en la trazabilidad del producto fresco y orgánico en cada una de sus preparaciones, combinando técnicas de la alta culinaria internacional…
Nosotros tuvimos la oportunidad de probar varias delicias, desde escargots al puro estilo francés hasta un delicioso platillo con pulpo y pancheta, toda una experiencia gustativa, terminando con un delicioso postre de higos con queso; pero todo el menú es delicioso, inventivo, fresco… una propuesta que aporta no solo al arte culinario de la ciudad, sino también a la economía circular de la ciudad, apoyando a pequeños agricultores.
Y claro, luego de una deliciosa comida, por qué no… ¡volvamos al bar!
Conclusión
Mansión Matilde es una especie de refugio gustativo, un lugar que te saca de la rutina, un lugar donde fácilmente puedes quedarte varias horas si así lo deseas, ofreciendo escape. Con su ambiente vibrante, la perfecta fusión de tradición y modernidad, impresionantes vistas, delicias culinarias y la emoción de descubrir esta ciudad encantadora en su mejor estado, una tarde, cena, palillero, té o traguito en Mansion Matilde promete un viaje que te dejará con recuerdos preciados y el espíritu rejuvenecido.
Fotografías: Carlos Puga