Para obtener la revista Ñan n°34 (Humboldt y Bonpland en Ecuador: un viaje que cambió el mundo) y otras revistas icónicas, contáctate directamente con nosotros ¡y te la dejamos en casa!
Fue en este mundo sin problemas que Humboldt empezó a vaticinarlos. Claro, aún no buscaba soluciones, salvo pedir mesura a las actividades humanas de explotación desenfrenada. Cuando se dio cuenta cómo se extirpaba la cascarilla, por ejemplo, y comparó la presencia de la planta en épocas de La Condamine con lo que él estaba viendo, sabía que la planta no lograría ver la luz del siglo XXI. Pero que desaparezca una planta… ¿Qué efecto podría ello tener en el gran esquema del universo? Si pensabas como Humboldt, habrías respondido, por supuesto, que lo que pasa aquí afecta lo que pasa allá. Porque todo está conectado.
Existen dos figuras históricas, indispensables dentro del pensamiento moderno, que fueron directamente inspirados por estos pensamientos: Ernst Heinrich Haeckel, un científico alemán que, a partir de la ferviente lectura de Humboldt, inventaría la palabra “ecología”, y John Muir, el recordado norteamericano conocido como el “Padre de los Parques Nacionales”. Humboldt, como hemos visto en varios pasajes de esta edición, llevaba muy enraizado en su discurso estos conceptos, sin poderlos aún definir como campos específicos de la ciencia ni concebir como políticas públicas.
Hoy, todos comprendemos lo que en aquellas épocas era todavía muy difícil de comprender. Los efectos nocivos de la actividad humana son cada vez más evidentes. Y la preocupación se generaliza cada vez más… y cada vez más, quienes ignoramos las cadenas del mundo y nos sumimos en esta preocupación sin salida, incurrimos en los mismos errores de quienes, hace siglos, tampoco comprendían el poder de las conexiones. Necesitamos, más que nunca, mentes como Humboldt que puedan revertir los cuestionamientos y conectar las mentes en pos de resolver los problemas que estamos causando.