El poderoso. El señor de las montañas. Kapak Urku es el nombre inca del volcán El Altar, ubicado oficialmente en el Parque Nacional Sangay. A sus 5320 msnm, El Altar no es el volcán más elevado del Ecuador pero según el andinista Marco Cruz, el más “difícil”. Marco fue el primer ecuatoriano en coronarlo en 1963. “Es muy técnico, hay que saber escalar en hielo”, dice el montañista riobambeño. Marco, que ha alcanzado la cumbre del Chimborazo en más de mil ocasiones, quien ha vencido los picos más altos de Europa, África y Asia… sigue quitándose el sombrero ante el todopoderoso Altar
La fama que tiene de ser difícil es opacada tan solo por su belleza. Por lo cual las expediciones para coronar sus 18 picos (cuyos nombres también tienen su referencia religiosa –el Obispo, los Frailes, la Monja Menor, el Canónigo) y para llegar a sus lagunas –Azul, Verde, Pintada, Mandur– nunca escasean. Pero hay una de estas lagunas que se lleva el premio a la más bella o, al menos, la más fotografiada: Laguna Amarilla.
La Laguna Amarilla, que se ubica a 4200 msnm, es impactante: se encuentra dentro del cráter del volcán; a su alrededor está el nevado, como un gran abrazo blanco que contrasta con el color casi turquesa de sus aguas. Una contradicción entre su nombre y su coloración, desde luego. Pero se cree que los minerales de la roca volcánica le han dado el color azul-verdoso. La historia cuenta que este ojo de agua se formó tras una erupción del volcán en 1490. Hasta ese entonces se creía, incluso, que el volcán era más elevado que Chimborazo.
Los cuentos místicos que rodean a todos los apus (montañas tutelares) del Ecuador hablan de otro origen: se cree que estas lagunas son lágrimas derramadas por los volcanes. Y en el caso del Altar se trata quizás de una disputa de amor. La leyenda cuenta que la bella Tungurahua, casada con el taita (padre) Chimborazo, tuvo una aventura con El Altar por ser tan imponente. Cuando el taita Chimborazo se enteró se enfureció y lo que siguió fue una pelea de años que terminó desfigurando al Altar. Fue el resultado de una fuerte erupción ocurrida a finales del siglo XV.
Expedición a la Laguna Amarilla
Ya sean lágrimas derrochadas por los apus o una caldera de agua natural formada por erupciones volcánicas, la expedición a la Laguna Amarilla es un viaje hacia el corazón telúrico de nuestros Andes. Se requiere, desde luego, un buen estado físico y un gran sentido de la aventura, para realizar la caminata de dos días.
Si sales de Riobamba, la ruta que debes tomar es hacia Penipe, hacia la parroquia La Candelaria. En esta parroquia está la Hacienda Releche desde donde se sale para emprender la ruta. El sendero desde Releche lleva hasta el Valle de Collanes y toma alrededor de 7 ú 8 horas, aproximadamente 11 km. Se atraviesa un camino de lodo espeso y pantanoso por lo que es importante utilizar ropa y zapatos resistentes.
Sabrás que estás en el Valle de Collanes cuando te encuentres en una planicie vasta y larga rodeada de montañas, caballos y, si tienes suerte, cóndores volando sobre ti. Aquí puedes acampar en la noche u hospedarte en el refugio del volcán. Al siguiente día, la caminata empinada hacia Laguna Amarilla toma alrededor de tres a cuatro horas. Y una vez que llegues al punto más alto podrás divisar el inolvidable paisaje de la Laguna Amarilla a los pies del Altar.
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Fotografías: Andrés Molestina