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A Humboldt le interesaba absolutamente todo. Por eso escribe, incluso, un libro de política y economía sobre Cuba y México que, más tarde —y para colmo de ironías— le impediría realizar la expedición de su vida: llegar a ver y escalar el Himalaya.
Fue uno de sus grandes anhelos, por el que movió todas sus influencias. Pero aquella clara denuncia que escribió en contra de la esclavitud y abuso colonial llegó a manos de los directores del East India Company y fue tan poderosa que, a pesar de su amistad directa con el Rey de Inglaterra y el hecho de que su hermano era el propio embajador de Prusia en Londres, nadie hizo absolutamente nada para permitir que Humboldt realizara su sueño de visitar India. Tendría la oportunidad de ver (y criticar) realidades sociales, políticas y económicas del imperio británico y eso no era negociable.
Humboldt fue acérrimo en su defensa de la dignidad del ser humano. Con absoluta franqueza, fue la esclavitud en Estados Unidos su más claro punto de discordia con su amigo Thomas Jefferson. No sólo que nadie debía ser denigrado, la explotación de los grupos dominados entreveía un desajuste mayor, sistémico y problemático. Para Humboldt, estas culturas dominadas tenían, incluso, muchísimo que legar al mundo.
Durante su paso por Ecuador, su interés y respeto por la visión indígena, por ejemplo, era proporcional a su fascinación por la naturaleza de los Andes. Entendía la explotación humana como un reflejo de la explotación de la naturaleza, la utilización del suelo decía algo de la calidad de vida de las personas como el pico de una montaña en el ecuador tenía relación con un lugar tan lejano como el Polo Norte. Estas coincidencias eran más que coincidencias en ojos de Humboldt.
Lo que aún anonada a científicos de nuestra era es el grado de conocimiento que Humboldt desplegaba en distintos campos del saber humano. Podía discurrir sobre ranas como sobre electricidad; podía aportar valiosa información de una especie de ave como sobre la geología, la única materia que cursó oficialmente. Esta sed de conocimiento lo llevó a “conectar” cosas y esta capacidad de “conectar” lo llevó a entender el mundo como una gran constelación de ondas, energías y fuerzas interrelacionadas. Sus planos isotérmicos se amparaban de esta visión y con ellos la Ciencia pudo ahondar en su comprensión de las corrientes marinas, del movimiento de los vientos, de las franjas latitudinales y altitudinales… Esta visión global está presente en las nuevas materias de estudio que brotaron a partir de su obra, y luego de que hubiera fallecido (el mismo año de la publicación del Origen de las Especies de Darwin), nacieron campos de la ciencia, desde la evolución hasta la genética, desde la ecología hasta el conocimiento de las placas tectónicas…
En Humboldt, todo, desde el arte hasta la política, tenía un punto de convergencia. Su visión nos acompañaría hasta nuestros días, por supuesto. Fue el primero en sugerir que se creara un canal en el istmo de Panamá; su visión crítica ayudó a otro amigo, Simón Bolívar, a encomendarse a la liberación de todo un continente, los países de América Latina actuales; su espíritu puede verse en la propia historia del arte, desde el impresionismo al dadaísmo, que interioriza el alma estética; su sentido de estrategia está, incluso, en la propia fortaleza de un imperio como Estados Unidos, que se cimentó en el plano de la política internacional arrebatándole a México parte de su territorio (sugerencia, lo has adivinado, del propio Humboldt) y que, apenas hubiera muerto, se metió en una terrible guerra civil: para erradicar la esclavitud.
Si bien Humboldt “cambió su mundo”, en varios aspectos el alcance de su visión nos excede, aun hoy. Todavía sigue relevante su voz, humanista y ecológica, frente al cambio climático, pero quizás nos habla también de las realidades pos-coloniales y las graves crisis de inmigración. Lo cierto es que quizás jamás sabremos hasta donde llegaba su mente. ¿Por qué, por ejemplo, midió el color del cielo con un cianómetro? ¿Qué podría decirnos hoy el color azul sobre nuestra realidad?