Templo Machay

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Desde pequeños nos enseñan que la piedra es inerte, que no tiene vida. José Parco, nativo de Chimborazo, nos dice lo contrario, que la piedra vive y trasmite su energía, toda la historia que ha pasado por ella. La cosmovisión indígena aún tiene mucho por enseñarnos. Acercarse a nuestros territorios debería implicar estos aprendizajes porque solo así nos lleva a entender y a sentir. Con esta idea empezamos a acercarnos a esta provincia y sus lugares sagrados, uno de ellos, el templo Machay.

Machay se encuentra a los pies del Chimborazo; es su puerta. La leyenda indígena Puruhá cuenta que es la entrada secreta que permite ingresar a una ciudad de riquezas y que el taita Chimborazo deja entrar a pocos y llevar lo que necesiten. El templo es una formación rocosa, una cueva que se eleva a aproximadamente 4700 msnm.

Para conocer este templo se debe caminar cerca de 3 horas y media, cuesta arriba, por caminos de pajonal, arena y piedra. En el camino un Kishuar, (árbol sagrado) descansa solitario. Hay chuquiraguas, chochos, alpacas, colibríes. La ruta es empinada, conlleva su esfuerzo; pero llegar al templo es la recompensa. Al entrar en esta gran cueva se siente que la piedra palpita, que ha guardado historia por cientos de años. La gente aún le deja ofrendas: fotos, huesos de animales, lanas de oveja o alpaca. La sensación de estar dentro de la montaña es mística. Detrás, el gran Chimborazo se ve demasiado cerca, todo el paisaje respira a nuestro ritmo, late y transmite por completo toda su energía. Lugares como este no se pueden dejar de conocer.

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