Surf en Ecuador: un secreto a voces

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Todos te contarán sobre el destino de Montañita para el surf en Ecuador, pero ese dato lo puedes conseguir de cualquier mortal, sea o no conocedor del deporte. Preferimos llevarte a algunos destinos menos conocidos y muy apetecidos por los surfistas del mundo, ya que a través de la costa ecuatoriana existen idílicos escenarios para la práctica de este deporte “salvaje”. Deslizarse sobre las olas rodeado de lobos marinos o frente a una exuberante selva costera son algunas de las singularidades que hacen del surf en Ecuador una experiencia única.

Desde la playa de San Mateo se divisa, ele­gante y salvaje, una manada de caballos galopando sobre una pradera… es una ola perfecta de formas compactas y homogéneas. Con sus 800 metros de longitud y tres metros de altura la posicionan como una de las más largas del Pacífico Sur. “Es una ola de clase mundial, la mejor del Ecuador y una de las me­jores de Sudamérica. Es muy larga. Tiene tres segmentos: el primero es un tubo, luego viene la sección intermedia para hacer maniobras y finalmente la sección suave”, explica con entu­siasmo Xavier Aguirre, presidente de la Federa­ción Ecuatoriana de Surf.

A este pequeño pueblo pesquero, 20 kilómetros al sur de Manta, cada año peregrinan, entre los meses de octubre y abril, cientos de surfistas internacionales. Desde las covachas frente al mar llega el aroma de su famosa cazuela de mariscos. En las calles, resguardándose del sol, los lugareños contemplan con agrado y escepticismo la llegada de “esos jóvenes rubios y fuertes” a su pequeña población.

En realidad, la sombra del mito de San Mateo era mucho mayor. Hasta el año 2012 la ola tenía una longitud de 1.200 metros, pero la construcción de un nuevo puerto la redujo considerablemente. Por suerte –y parece que respondiendo a las pulsiones del karma–, al otro lado del espigón nació otra nueva, de gran calidad.

Los 560 kilómetros de costa ecuatoriana ofrecen numerosos escenarios para la práctica de este deporte. Un buen ejemplo es la playa de Mompiche, uno de los últimos lugares de la costa ecuatoriana que permanece rodeado por un bosque húmedo tropical en el que viven monos aulladores, tucanes, armadillos y tigrillos. Sus olas del tipo point break (que rompen sobre un punto rocoso, ya sea natural o artificial) de hasta 500 metros de longitud son muy apreciadas por su estabilidad, convirtiéndolas en unas de las favoritas de los surfistas ecuatorianos.

Las playas de Salinas cautivan de igual manera a la comunidad surfera. Sólo para hacerse una idea, allí se celebró, en el 2004, el Mundial de Surf. La de San Lorenzo, justo al lado del Yacht Club, ofrece olas de todos los niveles los 365 días al año. Al noroeste de la ciudad, en la Base Naval de Salinas, está La Chocolatera. Se trata del punto geográfico más occidental de toda Latinoamérica. Su nombre se debe al efecto de las olas cuando revientan en las rocas, que hace que la arena del fondo suba a la superficie, confiriéndole una tonalidad de color marrón. Es una zona con mucho oleaje y corrientes, por lo que solo está recomendada para los deportistas más experimentados. Con un poco de suerte, te puedes topar con los simpáticos lobos marinos que habitan la zona.

Canoa es un lugar perfecto para los que se están iniciando en los misterios de esta práctica originaria de la Polinesia. Sus olas beach break (que rompen en la playa) son muy útiles para aprender, ya que son estables, se forman muy cerca de la orilla y no tienen un gran tamaño. También encuentras escuelas de surf y profesores particulares a precios razonables: una excelente oportunidad para ponerte de pie por primera vez sobre la tabla y gritar con fuerza: “¡eureka!”

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