San Martín de Porres En Canchimalero: la gran procesión del río

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Es una de las celebraciones que mayor interés despierta en Esmeraldas. Encierra, sin duda, su grado de romanticismo por ser tan hermosa y profundamente singular la idea de que la calle de honor de un santo negro sea, en realidad, un río.

Además, están las marimbas y los cununos, montados en los botes, ambientando la festividad. Las mujeres cantan arrullos, cánticos que los locales dedican a los fallecidos, y que, en este caso, llenan el aire de emoción y espiritualidad. Ello sobrevive como esencia de la fiesta, a pesar de los ingredientes introducidos (los DJs y el alboroto fiestero de un evento que seguramente fue, alguna vez, bastante más contemplativo).

El santo San Martín de Porres, el “santo de la escoba”, recordado por su humildad y recogimiento, nació allá por 1579, hijo mulato de un noble español radicado en Lima y su amancebada, una negra liberta.

Si bien el personaje era conocido, en vida, por su infaltable capa negra, al santo de esta procesión lo visten, contrariamente, con una capa blanca, la que refulge frente al sol y hace fácil distinguirlo cuando pasa navegando desde la ciudad de Borbón hasta el puerto de Canchimalero, donde se concentra el apogeo de la fiesta.

Comunidades cercanas llegan a arrullar al santo. Foto: Jorge Vinueza.

San Martín de Porres encabeza la procesión marina de Limones a la isla de Canchimalero. Foto: Jorge Vinueza.

La celebración se realiza el 3 de noviembre. Sugerimos llegar a Borbón el día anterior para asistir al festival de música negra, el momento ideal para llegar a conocer a fondo los ritmos, voces y talento de los lugareños, con presentaciones de marimba, arrullos, alabaos y homenajes a las figuras musicales emblemáticas de la zona. Es uno de los mejores y más autóctonos ejemplos de la cultura negra en el país.

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