El chocolate se disfruta con los cinco sentidos: con la vista se aprecia su textura uniforme, su color caoba, avellana o marrón mientras con el tacto, se descubre si se derrite rápido o lento, si resulta o no pegajoso. Al romper el chocolate cerca de la oreja, el ‘clac’ debe ser claro y firme (señal de que el chocolate fue temperado correctamente).
Y solo entonces, viene el disfrute: se acerca el chocolate a la nariz para percibir amaderados, canela, vainilla, cítricos o clavo (entre muchos otros aromas). Luego ponemos la barra en la boca, pegada al paladar y dejamos que se derrita: el sabor amargo del chocolate tostado, la frescura de las ores, el dulce potente de los frutos rojos, el inconfundible gusto de las pasas. Comer chocolate despierta el corazón.
Un día cualquiera junto a la familia es la excusa perfecta para compartir una Cata de Chocolates en República del Cacao, donde todos pueden descubrir no solamente la enorme gama de sabores y secretos ocultos en sus barras, sino además comprender todo lo que se esconde detrás de cada bocado: los recolectores, las condiciones climáticas, las zonas. El chocolate no es solo el cacao de las fincas, sino también la leche de las vacas, la cosecha de las frutas, el baile de las corrientes climáticas frías
y calientes que hacen al suelo perfecto para su producción.
República del cacao ofrece increíbles clases de cocina interactiva, previa reserva, cinco días antes, donde los niños pueden aprender a hacer chocolate, bombones rellenos, pastas de dulce y varios productos más. Una actividad divertida y educativa que, de seguro, será un recuerdo inolvidable para toda la familia.
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