¡Que viva Otavalo, que viva el Yamor!

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Es una de las celebraciones más importantes del calendario imbabureño. A finales de agosto e inicios de septiembre se marca el término de la cosecha del maíz para sus pobladores. En esta época de fiesta se satisface el hambre con un verdadero plato de ‘acción de gracias’, el cual reúne todos los clásicos de la zona (empanadas, mote, carne colorada) y su acompañante obligado: el yamor.

Según el vocablo yak que significa sabio y mur que significa grano, la chicha del yamor es considerada como ‘la bebida de la sabiduría’, y no es para menos. A partir de los años 50, distintas generaciones preparan la receta que dicen guarda secretos que las mantienen juntas. Es un momento ceremonial donde se rinde tributo a esta unión familiar que no es sólo de sangre, sino de hermanos y hermanas de una misma madre, de un pueblo que se congrega para compartir las bondades de sus tierras.

El brebaje reúne distintas variedades de maíz (siete, según la receta común), remojándose el maíz blanco para que se fermente y combinando con chulpi, morocho, maíz negro, maíz amarillo, canguil seco y triturado, lo que luego se hierve para crear una colada espesa.

Quienes saben cómo prepararla dirán que es necesario hervir los granos por aproximadamente 12 horas. Una vez transcurrido este tiempo, la bebida empieza a adquirir su característico color amarillo. En este punto se conoce al líquido como ‘flor’ y es indicativo de que está listo para cernirse y ser transferido a barriles de roble donde comenzará a fermentarse, tomando todavía más tiempo para la preparación que ya de por sí es larga.

Finalmente se endulza al yamor con miel de panela, estando ahora sí lista para compartir con los seres cercanos (y lejanos) pues gente de todo el mundo está presente en esta fiesta. En todo lado se ven personas degustando la bebida, quizás sin saber todo lo que hay detrás de ellas. Lo que sí saben es lo que hay por delante: un auténtico regodeo en los andes ecuatorianos.

Generalmente, se prepara una extensa celebración de 10 días que contará con eventos culturales, pregones, deportes de todo tipo, arte, serenatas, comida típica, ferias populares y de emprendimientos, entre otras cosas. Vaya una amalgama de actividades para todos los gustos. A lo largo y ancho de Otvalalo sobran los motivos para visitar esta preciosa ciudad, cuna de tradiciones que, al igual que esta, unen a visitantes locales y extranjeros para celebrar la interculturalidad y así exclamar al unísono: ¡que viva Otavalo, que viva el Yamor!

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