Qué aventura la del Pinzón de Darwin! En algún momento de su historia, dejó la comodidad de su continente (algunas teorías vinculan al ancestro común con el Caribe) para llegar a este archipiélago inhóspito en medio del océano Pacífico y, al llegar, incursionar en un viaje biológico sin precedentes.
Es como si antes de viajar a Galápagos, estos pajaritos se hubiesen preparado a nivel molecular, accediendo a la caja matriz de su ADN, moneado con los circuitos y logrado crear un chip con el que mágicamente pudieran cambiar de pico según lo que terminarían encontrando a su arribo a las islas.
Por supuesto, es más complejo, pero lo primero que vieron los científicos fue la forma de los picos de cada especie, algo que el propio Darwin ni siquiera notó y por ende tampoco incluyó como evidencia fehaciente de su teoría en El Origen de las Especies.
El nivel de versatilidad evolutiva demostrado por el pinzón de Darwin no tiene comparación con ninguna otra especie del planeta.
Algunos picos son tan gruesos como la cabecita del pájaro, otros son delgados y hay incluso el pico del Pinzón Vegetariano, que parece tallado al arbitrio por un rudimentario escultor.
Los científicos no han tardado en asociar estos picos a la alimentación de cada especie, hallando que cada pico está “adaptado” a comer algo en específico. Semillas los unos, frutas y flores los otros, insectos algunos y uno de ellos, el Pinzón Carpintero, no siempre utiliza su pico directamente, sino que inserta espinas y astillas de madera en las grietas de los árboles para extraer larvas.
Un viaje evolutivo
La adaptación de los pinzones es asombrosa. En la lejana isla de Wolf (un pequeño islote ubicado en el extremo noroccidente del archipiélago), el único pinzón que habita el lugar se alimenta de los pocos insectos y flores que encuentra, pero consigue mucho de su alimento de la sangre de lobos marinos e iguanas, hincándoles el cuello con su pico puntiagudo y picoteando la base de las plumas de las alas de los Piqueros de Nazca que llegan a la isla.
Según los más recientes sistemas de clasificación, el género al que pertenecen estos pinzones cuenta con hasta 17 especies. Son uno de los grandes ejemplos de lo que se conoce como “radiación adaptativa”, un proceso en el que, a través de un evidente aislamiento entre comunidades de una especie común, nuevas “especies” se han diferenciado genéticamente. Lo fascinante es que no todos los pinzones están tan aislados hoy en día y es común hallar varias especies en un mismo árbol.
Puede que luzcan pequeñitos y poco llamativos en el campo, pero su singularidad los hace gigantes en los ojos de la ciencia.
Otro punto fascinante es que no siempre es el pico lo que lo diferencia. El Pinzón Terrestre Mediano, por ejemplo, revela picos de diferentes tamaños y no por ello se lo ha dividido aún en más especies. Además de esto, los Pinzones de Darwin no solo evolucionaron (adaptando sus picos y sus tamaños) hace cientos de miles de años, sino que, según ciertos estudios, están evolucionando en tiempo real, en por lo menos una de las islas.
Este proceso evolutivo, si fuera confirmado, tendría que ser considerado como el más veloz de todos los vertebrados y representaría una ventana incomparable hacia el funcionamiento de la evolución en todos los animals a nivel general. Puede que luzcan pequeñitos y poco llamativos en el campo, pero su singularidad los hace gigantes en los ojos de la ciencia.
Tal es su complejidad y tan dinámica su evolución que hace menos de una década se hablaba simplemente de trece especies; hoy, gracias a estudios de ADN, son ya diecisiete… y contando.