Paseando por Zuleta

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Por su paisaje y su legado cultural, el valle de Zuleta es uno de los muchos destinos especiales de nuestro país y, sin embargo, es poco visitado. Por eso nos dimos un salto y nos volvimos a enamorar de este pintoresco rincón de nuestro Andes.

Estábamos leyendo nuestros propios artículos y recomendaciones —cuando tu trabajo es recomendar destinos maravillosos del país, terminas recomendándote a ti mismo, haces lo que sugeriste a otros que hagan y claro, posteas lo que hiciste como recomendación de tu propia recomendación. A lo Borges. Nos dimos el lujo, en todo caso, de elegir Zuleta. Y digo lujo porque es un verdadero lujo tener un destino como éste tan cerca.

Iniciamos el descenso al valle de Zuleta, un panorama mágico se presenta…

Simplemente por sus paisajes, tomar la vía de Ayora a Zuleta es un regalo para los ojos. Hay que estar atentos, sin duda. Hay que ver los detalles. Pararse al lado de una casa llena de geranios, aparecida de la nada, el brillo de sus pétalos rompiendo el esquema cafecino de las casas de tierra que dominan varios tramos de la vía. Algo que quizás piensas que has visto antes pero nunca así, rodeado de campos y montañas, una construcción de bareque que se ha mantenido de pie por más de cien años—lo sientes en tus ojos, ese cálido y antiguo método de construir nuestras más preciosas haciendas. Una técnica arquitectónica que se va perdiendo. ¡Y las tejas! Este mundo es un mundo de tejas.

Una casa antigua en el camino, motivo para pararnos a tomar una foto.

Antes era, también, un mundo de piedras, con un icónico empedrado que hacía su sinuoso y estrecho camino hasta el pueblo de San Pablo. Pero gran parte del mismo ha sido reemplazado con asfalto, para que uno vaya lo más rápido posible y se pierda, justamente, lo lindo de andar buscando detalles en el trayecto. Por eso mismo es un esfuerzo doble detenerse a ver. Y, más que ver, mirar. Admirar.

Si uno va en este plan casi meditativo por la vía, se topa con los escalonados cultivos que componen los alrededores. Y uno se da cuenta de algo que es muy nuestro, muy ‘mundo rural ecuatoriano’: la chacra, la pequeña hortaliza, huerto o finca personal de cada terreno, de cada casa, de cada familia. Identificamos las flores moradas del chocho meciéndose con el viento y los maizales con sus mazorcas. Es una tierra fértil, una tierra que da alimento a cada ser humano.

Es difícil hablar de pobreza, desde luego, pues alimento hay. Techo hay… Casitas y grandes extensiones de espacio natural, mucho más que lo que uno tiene en sus habitáculos de ciudad… una que otra casa ostenta visiones y materiales urbanos y modernos, pero lucen pobres ahora a nuestros ojos. Estos prefieren ver la casa vieja, los ventanales de madera, las tejas. De momento, empezamos a comprender la riqueza de otras vidas distintas a las nuestras.

Una tienda de bordados en el pueblo de Zuleta.

Pero dejamos atrás estas filosofías al llegar finalmente al pequeño pueblo de Zuleta. Si la intención es quedarte en la hacienda, no te arrepentirás. Es una de las más hermosas del país, lleno de experiencias y lugares por conocer, desde una tola prehispánica hasta bosques y caminatas hacia distintos ecosistemas, cabalgatas, buena comida hogareña y el descanso de estar, por un momento, lejos de todo, en la tranquilidad de un rincón aislado y protegido del mundo que todos conocemos.

Un pueblito para caminarlo enterito

Si no planeas quedarte y estás de pasada, buscando otros destinos, no puedes dejar de detener el auto y pasear por el pueblo. Lleno de talleres y pequeñas tiendas que ofrecen productos locales, muchos de ellos orgánicos y, sobre todo, saludables, un privilegio de una zona como Zuleta. Nos paramos en Pulso Orgánico, donde venden todo tipo de delicias que querrás llevarte a casa: botellones de yogur natural, mermelada de mango, granola artesanal, distintos tipos de café, distintos tipos de miel de abeja, frutas deshidratadas a granel, maíz (¡orgánico!), huevos de gallinas felices.

Después pasamos por la tienda Chimbalo de la Hacienda Zuleta, conocida por sus productos de gran calidad y sabor. Encuentra más miel de abeja orgánica, distintos tipos de harinas, helados, trucha ‘asalmonada’, mermeladas… y toda la gama de quesos de la excelente fábrica de la hacienda.

Encuentra los quesos de exportación de Zuleta en la tienda de la hacienda

En los alrededores puedes asomarte a los talleres de talabartería y claro las tiendas de bordados que son el eje cultural de la zona entera, un lugar que te inspiraá a ofrecer un obsequio diferente este año, desde las tradicionales ‘paneras’ hasta prendas de vestir, sombreros y preciosas sandalias…

Los emblemáticos bordados de Zuleta

Para completar, las bonitas decoraciones de las paredes, las casas antiguas, la forma de vida de los habitantes, una conversación amena con los amables y talentosos zuleteños harán de esta escala de tu viaje de fin de semana, una experiencia para recordar…

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