Palmira, un mensaje en el desierto

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Es un lugar “único”… sí. Un lugar “ideal para el camping”… ¿por qué no? Un bosque de pinos dominado por un admirable trecho de arena que dibuja sus estrías sobre las dunas y cuya extensión no se replica de la misma manera en otros lugares de Ecuador. ¿Qué esconde esta particularidad? ¿Qué cuento nos cuenta?

desierto de palmira
PH: Udit Kharka

Un desierto en el páramo

El desierto de Palmira, como todo “desierto”, ofrece su versión de las realidades ecológicas del entorno. Este “desierto en medio del páramo”, para viajeros como nosotros que conocemos bien el páramo de este país, se nos presenta como una reveladora excepción a la regla. 

En Ecuador, uno suele asociar este ecosistema a humedales, terrenos lacustres, pantanos y campos llenos de esponjosas almohadillas al pie de imponentes glaciares y altas cimas cubiertas en neblina. Es curioso, incluso, que si bien llamamos al páramo “desértico” —aislado, con poca presencia humana, sin árboles— es todo menos un desierto.  Que este páramo en particular lo sea… algo nos dice.     

El desierto de Palmira es uno de aquellos destinos que, a pesar de su belleza, también ofrece un mensaje mayor. 

¿Cómo llegó Palmira a ser un desierto?

Algo indudable del desierto de Palmira es que suscita, en el curioso, varias preguntas. ¿Es el resultado de la naturaleza? ¿Es resultado de la actividad humana? ¿Es nuevo? ¿Es evidencia del cambio climático? ¿Es antiguo, antes de la llegada de los humanos a esta región en particular?

Ecólogos suponen, en realidad, que la presencia de pastoreo intenso en Palmira, desde tiempos anteriores a la llegada de los españoles, fue determinante para su historia natural, convirtiendo lo que fuera una zona árida en el “pequeño Sahara” que es hoy. Esto se combinó con ciertos atributos climáticos y geográficos, que uno puede encontrar en otros páramos áridos (en los alrededores del volcán Chimborazo o en la subida hacia Rucu Pichincha existen “arenales”, que sin ser tan extensos, presentan características similares). 

PH: Bernarda Carranza

Su aridez ha sido, históricamente, motivo de preocupación para la población aledaña. Sequías intensas, por supuesto, se han registrado, complicando la subsistencia de las comunidades pero también los vientos fortísimos que motivaron la siembra de pinos introducidos de California, los cuales fueron utilizados para resguardar a la población de las tormentas de arena que ocurren durante los meses de verano. También se ha buscado contener la expansión del desierto con esta especie. El pino revela, de hecho, la realidad híbrida de la región. No es tan “desierto” como parece: que puedan crecer tantos pinos es una evidencia. Pero los pinos alteran el suelo y hacen que la vegetación nativa no pueda retornar. 

Un mensaje en una experiencia

La historia de la degradación de este paisaje ubicado a poca distancia de lugares que aún no sufren las mismas consecuencias, ofrece un estilo de “antes y después” que nos invita a la reflexión inmediata. 

La experiencia es muy especial. Es la calidad de la arena, ciertos trayectos en los cuales el horizonte se pierde entre ondulaciones doradas y grises, verdaderas “dunas”, lo que diferencia a este paisaje de otros lugares. 

PH: Bernarda Carranza

Pero, por lo mismo, es con fortuna que podemos hoy llegar a un lugar como este y saber que es el único. Diferente sería si nuestros páramos todos estuvieran sufriendo las mismas consecuencias ecológicas al mismo grado. Por ello, cuando lo visitamos, nos quedamos con la responsabilidad de explicar su mensaje de amenaza.  

Como sabemos, nuestros páramos, si bien sufren de los estragos del cambio climático y la expansión de la frontera agrícola, todavía ofrecen un reservorio de agua pura para todo el territorio nacional. Es un activo inestimable de nuestra naturaleza y geografía tan especiales. Pero este pequeño desierto ya no tiene ese propósito. Su propósito ahora es recordárnos sobre la importancia de proteger nuestros páramos y el hecho de que nuestras actividades, a la larga, pueden terminar creando situaciones de sequía tan intensas como ésta. 

Hoy, sin duda, existen problemas de sobrepastoreo en muchas otras regiones del país; efectos de la ampliación de la frontera agrícola en lugares aledaños al volcán Chimborazo. Es necesario ser cautelosos. Por ello, no solo aprovechemos la hermosa experiencia de sentir la extensión de este destino único, sino la enseñanza que nos deja para que siga siendo la excepción a la regla.

PH: Bernarda Carranza & Udit Kharka

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