Norte hacia Ingapirca

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Salir de Cuenca al norte hacia la provincia del Cañar, por la antigua vía Panamericana, es descubrir un legado ancentral de proporciones míticas, entre paisajes campestres, vida rural, montañas, praderas, y pueblos tradicionales, empezando
 por la capital provincial, Azogues, su primorosa Catedral románica y una apoteósica iglesia franciscana —el Santuario de la Virgen de la Nube— que domina, monumental, la llamada colina del Calvario. En las inmediaciones de la ciudad es común toparse, a un recodo del camino, con las toquilleras y sus sombreros de paja toquilla con las alas sin hebrar, dispuestas en el suelo, a la intemperie.

Un pequeño desvío hacia el oeste nos lleva a Cojitambo, un vertiginoso mirador natural que domina los pueblos de Biblián, Azogues y las parroquias circundantes del sector. Vestigios arqueológicos y una paz singular son razones para hacer escala, especialmente en la tarde, a la luz de sus gloriosos atardeceres.

Escalada Cojitambo. Foto: Juan Pablo Verdesoto.

No muy lejos está el cantón Biblián y una de las iglesias más singulares del país, el Santuario de la Virgen del Rocío. Construida sobre la roca viva de la montaña que hace las veces de cimiento natural, este templo se levanta majestuosamente sobre el horizonte. Es un lugar de recogimiento y armonía, sobre todo para los fieles y migrantes que vienen a agradecer los favores concedidos por la Virgen.

El camino sigue hasta Cañar. Los domingos
 de mercado, el poblado se inunda de colores y aromas y los vecinos se dan cita para ofrecer productos cultivados en los páramos aledaños; se puede encontrar también las famosas «polleras» bordadas a mano por las hábiles cañarejas. Más al norte, a 10 minutos, se encuentra el pequeño pueblo de El Tambo, un lugar apacible, que lo engalanan un hermoso parque y una iglesia, conservados con cariño.

Biblián. Foto: Yolanda Escobar.

Caminando sus calles, uno nota casas tradicionales con fachadas y puertas coloridas. No muy lejos está también la vieja estación del tren de El Tambo. Aquí se pueden revivir las viejas glorias del ferrocarril austral que llegaba a Cuenca. Se ha recuperado la estación y hoy, ofrece servicios de restaurante con excelente comida casera a módicos precios. Se ha abierto un museo con piezas arqueológicas de la cultura cañari, donadas en su mayoría por la gente del pueblo, quienes han visto con beneplácito la oportunidad de exhibir sus tesoros a los visitantes.

El actual autoferro que parte de El Tambo y hace un recorrido de 3 km hasta los Baños del Inca
 o Ruinas de Coyoctor, un viaje entretenido que permite vislumbrar la vida del campo y los bellos parajes circundantes. El complejo arqueológico cuenta con un museo de sitio en el que se aprecian los que habrían sido los baños ceremoniales del Inca, esto en una inmensa roca sobre la cual se encuentran tallados canales de agua y sillas que, se presume, se utilizaban durante los rituales de purificación.

Ingapirca. Foto: Yolanda Escobar.

No muy lejos de Coyoctor y retomando el camino secundario con dirección sureste, llegamos a 
Ingapirca, el mayor complejo arqueológico pre-hispánico del país. Las ruinas, se dice, fueron primero un asentamiento Cañari sobre los cuales los Incas construyeron el monumental adoratorio al sol que vemos hoy.

El «Castillo», como se lo conoce localmente, es un lugar mágico donde la paredes cobran vida, con sus ejemplos típicos de arquitectura incásica de piedras perfectamente alineadas con cortes en ángulo recto, montadas una sobre otra para que no quepa ni un alfiler.

Posada Ingapirca, a sólo 500 metros de las ruinas, ofrece acomodaciones en este rincón patrimonial del Cañar. Es interesante visitar Ingapirca durante el Inti-Raymi, puesto que se organizan eventos culturales (tercera semana de junio).

De regreso a Cuenca, y antes de retomar la vía E35, es recomendable andar por el camino secun- dario al sureste, al pueblo de Honorato Vásquez. En 16 km se redescubre el mundo rural de la zona, ofreciendo cero tráfico pesado, hermosos paisajes y encuentros ocasionales con aves como la Gaviota Andina (Larus serranus), la única gaviota de montaña en el mundo… la gaviota que, según dicen, «se perdió».

El Expreso Austral

Corría el año de 1932 cuando se escuchó por primera vez el silbido del tren retumbar en la vieja estación de El Tambo. Su plaza y calles se llena- ban de gente, viajeros y comerciantes que llegaban con regular frecuencia, felices de saber que finalmente existía un «puente» que unía al austro con
el resto del país. Aquel traqueteo bullicioso del tren se desvaneció en el siglo pasado y el silencio, tan distinto al vertiginoso ir y venir de los pasaje- ros, se apoderó del pueblo.

En la actualidad tan sólo se puede realizar un corto tramo de la vieja lí- nea férrea que conducía a Cuenca en- tre El Tambo y el recuperado complejo arqueológico de Coyoctor, conocido también como “los Baños del Inca”. El proyecto involucra a las comunidades locales en temas de conservación y recuperación de tradiciones cañaris. Cuenta con dos museos arqueológicos, un centro de interpretación, restaurante, y todas las facilidades.

Horarios:De miércoles a viernes míni- mo 6 personas de 9h00 a 16h00; sába- do, domingos y feriados: 9h30, 11h00, 12h30, 14h30, 16h00. Boletos $5 ida y vuelta + $2 con visita al complejo de Coyoctor y el museo de la ciudad del Tambo.

Más información: www.trenecuador.com

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