La deliciosa Langosta de Galápagos es uno de los verdaderos manjares de un archipiélago que durante siglos fue considerado el rincón más inhóspito de nuestro planeta… ¡El hecho de que tan suculento tesoro del mar uno solo lo puede encontrar aquí —y que solo lo hemos descubierto en estos últimos años— es testimonio de lo que nos hemos estado perdiendo!
A diferencia de las langostas regulares que uno encuentra en los restaurantes del mundo, las langostas «zapatilla» de Galápagos concentran su sabor y su carne (bastante más carnosas, en realidad) en la cola. Se cocinan a la brasa sobre madera de guayabo y se sirven en todas las islas habitadas, lo que lo convierte en un must para los amantes de la comida.
La especie es relativamente común; en realidad la puedes ver durante salidas de snorkel, escondida entre grietas rocosas a lo largo de las costas (busca sus antenas flotantes cerca de las paredes de roca volcánica en ciertas playas de Galápagos).
La pesca de la langosta en las islas está altamente reglamentada, con temporadas específicas y regulaciones de tamaño que los pescadores locales deben cumplir a cabalidad. Como todos sabemos, todas las especies nativas de Galápagos están en peligro; sus ecosistemas son sumamente frágiles, entre los más frágiles del mundo. Por lo tanto, proteger la langosta de Galápagos es difícil y crucial.
Afortunadamente, los residentes de Galápagos están conscientes de este hecho y acatan las regulaciones de conservación. La temporada de la langosta es muy evidente, pues cada cocina y mercado lo vende. Si alguna vez te das cuenta que se está sirviendo langosta en otros momentos, no dudes en informar a las autoridades.
Dicho esto, es un verdadero elixir de los dioses poder saborear está delicia en las islas que inspiraron a Darwin.
Fotografía: Jorge Vinueza