El origen preciso de la coquetería de las zuleteñas en su vestir es una cuestión que múltiples estudios no han logrado dilucidar. Sin embargo, las mujeres de esta comunidad son reconocidas en todo el país por sus finas camisas, bordadas en alegres colores, que hacen juego con las tradicionales faldas plisadas que ocultan sus rodillas.
Si bien las mujeres de comunidades vecinas utilizan camisas bordadas con leves variaciones (en Angochagua, por ejemplo, las pecheras eran intercambiables), el estilo se ha generalizado a través de las tradicionales camisas zuleteñas, un símbolo tan importante de orgullo nacional que hasta el ex presidente Rafael Correa Delgado llevaba en sus presentaciones públicas una de ellas (valga la acotación: los hombres de la comunidad nunca utilizaron este tipo de prendas).

Ciertas fuentes señalan la probable introducción del bordado a la zona a fines del siglo XIX. Sin embargo, como oficio característico de esta comunidad y su aplicación a productos de mantelería surge con la creación del Taller de Bordados de Zuleta por parte de Rosario Pallares, esposa del ex presidente ecuatoriano Galo Plaza Lasso.
Su hija, Elsa Plaza, cuenta que “ya el bordado era una tradición entre las indígenas” y recuerda que su abuela Avelina Lasso encargó un mantel bordado en lana para regalar en la década de 1930.

El taller comenzó a funcionar en firme en la década de 1960 como una propuesta para que las mujeres que trabajaban en el ordeño generaran recursos propios.
Galo Plaza Lasso luego llevaría a seis mujeres indígenas a trabajar en el Hotel Quito y el éxito que tuvo su elegancia y presentación, contribuyó a alimentar el aura ‘chic’ que hoy se ve representada en una amplia variedad de productos que venden varios almacenes independientes (incluyendo Bordados Fanny y Bordados Estela en el callejón de ingreso a la Hacienda Zuleta, o el almacén de artesanías de esta).
La Fundación Galo Plaza y el museo de sitio La Casa Aliso cuentan con colecciones de bordado que reflejan los cambios en las técnicas, diseños y motivos a través de los años.
Es curioso encontrar en estas piezas antiguas muchas representaciones de frutas ajenas a la región, como piñas o cerezas. Y claro, hay varias hermosas rendiciones del escudo de la bandera nacional.

Photo portada: Cristina Guerrero