Filosofar, elucubrar, entrar en contacto con los espíritus del pensamiento en un lugar con energía histórica puede llegar a ser transformativo… Te llevamos a algunos rincones ocultos muy especiales de Quito donde quizás una conexión a momentos, épocas, personas y hasta árboles de trascendencia tengan el poder de llevarte a la catarsis (o por lo menos a una mediana epifanía).
1 Biblioteca de los Mercedarios / Capilla de San José en El Tejar
Tomando la calle Mejía para arriba… pasando los puentes de la Avda. Occidental, empieza la pequeña calle del Retiro, donde puedes primero visitar la recoleta de los Mercedarios, sus preciosos patios y una biblioteca interesante por sus libros coloniales. Pocos metros más adelante está otro edificio colonial, la Capilla de San José con impresionantes altares barrocos. Desciende hasta la cripta donde reposan los restos de Eugenio Espejo, uno de los grandes pensadores y figuras de la Colonia, para ponderar sobre su obra, su intensa y rebelde energía.
Quizás algo te diga de la historia, la vida y claro, la muerte.
2 Azoteas y balcones del Centro Cultural Metropolitano
El edificio cuenta con una historia profunda, donde ocurrió de todo, desde incendios que quemaron mastodontes prehistóricos al encarcelamiento y matanza de algunas de las mentes más brillantes de la ciudad. La azotea nos permite ver varios íconos coloniales desde una perspectiva única y el edificio fue, además de uno de las primeras instituciones educativas, el lugar donde nació el primer periódico de la ciudad, de la mano de Espejo.
La azotea sur es donde La Condamine trazó una línea de meridiano, antes de iniciar las medidas geodésicas para conocer la verdadera forma de la Tierra… Hay inspiración de sobra y si te quedas muy quieto, quizás escuches hablar a las paredes.
3 La Magnolia del CADISAN y la higuera del Alabado
Hoy es conocido, principalmente, por ser uno de los grandes parqueaderos del Centro Histórico, Cadisan fue una de las primeras casas del Quito colonial (su dueño, Diego del Sandoval)… En el patio principal descansa una preciosa y centenaria magnolia con banquetas para descansar frente a ella e interiorizar su belleza. Otro hermoso árbol, vetusto y sabio, es la higuera de la Casa del Alabado, en un cuarto trasero del segundo piso.
Luego de presenciar tanta potencia espiritual en el arte precolombino, un momento frente a este árbol de más de cien años es regenerativo. Todavía da fruto.
4 Cementerio de San Diego
Caminar los silenciosos pasillos del gran cementerio hasta la parte alta nos regala una vista prodigiosa de la ciudad y un lugar para buscar paz junto a los quiteños y residentes que han trascendido este mundo, muchos de ellos figuras de la ciudad y su historia. Entre los muchos estilos de cada mausoleo –varios datan más de cien años—es curioso encontrar los que han sido renovados con una mano de cal (y un cartel de “se alquila”).
5 Casa Benjamín Carrión
Benjamín Carrión es considerado uno de los grandes intelectuales de Quito, ensayista y literato que promovió las artes y letras ecuatorianas con fervor, y su casa es un atesorado rincón de la ciudad nueva dónde retomar la línea del pensamiento de mediados del siglo pasado. Las salas, y hermosos tumbados, son parte hoy de un importante centro cultural con eventos, talleres y conversatorios (y una importante biblioteca).
6 La Circasiana y su Archivo
El matrimonio Jijón y Caamaño, propietarios originales de este llamativo palacio construido por el arquitecto alemán Francisco Schmidt, (muy cotizado en la época) tendrían un hijo prodigo en Jacinto, quien se convertiría en una de las luces más importantes de su generación –gran amante de las artes, filántropo, politico, pero sobre todo arqueólogo de gran renombre. Vivió en la residencia hasta su muerte. Aquí funciona ahora el Archivo Histórico de Quito, con obras de incalculable importancia para la ciudad, como la propia acta de fundación.