Las flores y sus colibrís

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Existen pocos estudios científicos que se enfoquen en comprender las dinámicas entre distintos entes biológicos. Si bien se estudia a un animal, un organismo y una planta o se analiza un hábitat para conocer las especies que viven en él de manera general, las dependencias e interacciones entre ellas, como el caso de los colibríes y las flores que éstos utilizan, son desconocidas y componen un aspecto crucial de nuestro mundo natural.

Este vacío de la ciencia llevó a Catherine Graham (PhD) del Instituto Suizo de Investigación-WSL, junto con Aves y Conservación-BirdLife en Ecuador, a completar un monitoreo exhaustivo que indagara profundamente en esta relación. En base al monitoreo de 18 sitios a través de un amplio rango altitudinal con diferentes grados de deforestación sobre la ladera occidental del Pichincha —un estudio que además nunca antes había sido realizado con un enfoque tan amplio— se colocaron cámaras al frente de diversas especies de flores, esperando que llegaran los colibríes.

Es, sin duda, una de las regiones del mundo que concentra la mayor diversidad de especies, tanto de plantas vasculares como de colibríes (con hasta 40 especies presentes en un mismo lugar y alrededor de un tercio de todas las especies de colibríes del mundo). Por supuesto, el estudio arrojó datos de gran importancia. Gracias a él, conocemos qué flor es visitada por qué colibríes, ofreciendo una mirada íntima a esta dinámica tan especial. Hemos aprendido que existen colibríes “generalistas”, que visitan muchos tipos de flores. Y otros “especialistas”, que solo llegan a una o pocas flores. Durante el estudio, también se descubrieron nuevas especies de plantas para la ciencia y, quizás lo más importante, se obtuvo información muy necesaria para dirigir la conservación hacia las especies más amenazadas.

Una punta de lanza del estudio fueron las poblaciones y hábitos, hasta ahora poco conocidos, del Zamarrito Pechinegro. Esta es el ave de la ciudad, un colibrí que se creía extinto y solo hace dos décadas fue redescubierto en un remanente de bosque nativo de la ladera noroccidental del volcán Pichincha. Se protegió al bosque de Yanacocha a través de una reserva creada por la fundación Jocotoco, pero desde el descubrimiento, se vuelve cada vez más difícil encontrarlo en el lugar. El equipo del estudio, sin embargo, pudo hallar una población estable en un espacio que colinda con la reserva original, en la Hacienda Verdecocha (Aves y Conservación también ha podido confirmar la presencia de esta especie en la cordillera de Toisán, provincia de Imbabura.

El estudio de interacciones entre plantas y colibríes determinó que el zamarrito utiliza unas 16 especies de plantas, pero prefiere cuatro especies en particular. Una de estas, (Palicourea fuchsioides, de la familia del café) también está amenazada. La presencia de los recursos alimenticios del zamarrito son clave para su permanencia y potencialmente estaría limitando la distribución del colibrí. Cualquier amenaza a estas flores en estos bosques terminaría complicando aún más su, de por sí, complicado estado de conservación. La destrucción de hábitats y el propio calentamiento global está forzando a las especies a seguir subiendo la ladera andina y esta especie en particular ya no tendría mucho espacio con bosque más arriba, ni tampoco las plantas que utiliza, las cuales no están presentes en los pajonales de páramo.

La ciencia en las últimas décadas ha avanzado y ha revelado algo muy importante: que sabemos aún muy poco de sus dinámicas. Estamos aprendiendo mucho, y en base a este conocimiento proponiendo alternativas para proteger nuestra diversidad. Sin esta ciencia, y sin estos estudios, especies como el Zamarrito Pechinegro —que muchos ni siquiera sabían que existía— estarían en una situación aún más precaria y quizás su extinción estaría sellada. Hoy, sabemos que es posible restablecer y repoblar espacios verdes alterados con el fin de dar una segunda oportunidad a la naturaleza, la cual le ofrecerá un futuro a esta especie, como a tantas otras de nuestro infinito caleidoscopio natural.

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