El mundo estaba cambiando. Al menos así se sentía en aquella capital ecuatoriana de mediados del siglo XX. Ya lo que hoy llamamos “centro histórico”, lo que había sido las «cuatro paredes» de la ciudad colonial por cuatrocientos años, era cada vez menos céntrico para los quiteños que empezaron a poblar y edificar sus casas y barrios en los sectores del norte. En este contexto, con una ciudad en franca expansión, nacieron las Fiestas de Quito.
Si bien las Fiestas de Quito empezaron en el Centro Histórico — para ser precisos, en la emblemática calle de La Ronda — no tardaron en anclarse al naciente sector norte de la ciudad y su primer gran barrio: La Mariscal.
Desde el cambio de siglo, La Mariscal empezó a forjarse como un pequeño mundo en sí mismo, donde los quiteños, con los medios económicos para hacerlo, construyeron sus residencias, haciendo que el comercio permita y solvente su desarrollo.

Para entonces, todavía no se festejaba a la ciudad el 6 de diciembre como hoy. La semana de fiestas que antecede a esta fecha, que se despabila en decenas de eventos, no era sino una semana más del calendario, sin colorido… ni bailes, desfiles, pregones… ¡sin los tan disputados campeonatos de cuarenta!
Había, claro, una fecha cívica que se observaba, pero la ciudad, cada 6 de diciembre, durante siglos, pasó en silencio.
Las «nuevas» fiestas de fundación
Las Fiestas de Quito como tales nos remontan al año 1956, cuando el periodista del diario Últimas Noticias, César Larrea, junto al alcalde de la ciudad de aquel entonces, Jaime del Castillo, organizaron las primeras “serenatas quiteñas” para las mujeres de la ciudad. Auspiciado por el hoy desaparecido Paico, un licor “fuerte como el aguardiente” (como lo conocían los quiteños de aquel entonces), este evento traía a los mejores músicos hasta la calle de La Ronda para, debajo de los balcones, dedicarles pasillos a las jóvenes capitalinas.
La idea fue recibida con algarabía. Le añadieron rápidamente los albazos (música criolla tocada “al alba”) partiendo desde la Plaza Grande y así nació la costumbre de festejar a la ciudad, con todos los bombos y platillos posibles, un 6 de diciembre.
A esto, pronto se le ancló otro “festival” importante, nacido no en el Centro Histórico, sino en los extremos más norteños de la geografía de la capital…
La Plaza de Toros, ícono de la ciudad moderna
Es irónico que una costumbre tradicional como los toros influenciara, en 1960 —en la última frontera de la ciudad moderna— la construcción de la Plaza de Toros. Se inauguró, precisamente en estas fechas de fundación de 6 de diciembre, la Fiesta Jesús del Gran Poder, el festival taurino más importante del país. Y es más irónico aún que uno de los primeros festivales modernos de Quito se convirtiera en la primera víctima del “cancel culture” versión ecuatoriana, cuando, a partir del 2010, empezó la campaña por eliminar definitivamente la tauromaquia de los escenarios públicos de la ciudad.
Lo cierto es que los “toros” caminaron de la mano de las Fiestas de Quito por más de cuatro décadas. Se llegó a decir que las Fiestas de Quito empezaban el momento en que se abrían las boleterías de la Plaza de Toros. El «Jesus del Gran Poder» traía a grandes toreros de España y consolidaba, además, el entretenimiento de los quiteños que habitaban la zona norte de la ciudad en estas fechas. Desde aquí, un cuento de dos ciudades empezó a narrarse sobre la historia de estas festividades, con una programación en el Centro (serenatas y desfiles) e importantes eventos multitudinarios que ocurrían en el Norte.
Claro, al contrario de lo que creyeron los más afectados cuando se dejaron vacíos los graderíos de la Plaza de Toros, la fiesta siguió. El festival taurino no deja de ser un punto de controversia, con años en los que se ha cancelado por completo y otros que se ha realizado de manera reducida. Los quiteños, en todo caso, han mostrado tener otros motivos de festejar su cultura en particular más allá de su afinidad a la tauromaquia.
La Fiesta se consolidó en los 1960
Ya para 1962, se instauró un aspecto central de las festividades: la minga de la quiteñidad en la que todos los quiteños son llamados a colaborar durante una jornada de limpieza ciudadana.
Otro añadido de importancia surgió ese mismo año: la selección de jóvenes quiteñas nacidas el 6 de diciembre para recibir las serenatas ya instauradas. Este evento, más tarde, se abriría a todas las quiteñas, sin importar la fecha de su nacimiento, y en 1966 se iniciaron los concursos de belleza para elegir a la Reina de Quito.
Para estas épocas, la ciudad nueva estaba creciendo a pasos agigantados. Ya para 1964, se organizó el desfile de la confraternidad, iniciando en el Parque El Ejido; y en 1967, ya se programó el primer Amazonazo. Esta pronto fue la fiesta quiteña por excelencia, la más importante con la mayor aglomeración de público y un cronograma de conciertos en plena Avenida Amazonas, la cual se había convertido en la arteria principal de la ciudad moderna. La avenida reunía una novedosa vida vespertina y nocturna; pasar el tiempo paseándola —a pie y, sobre todo, en auto— hasta el cansancio: un fenómeno que llegó a ser tildado de «tontódromo» (en ese tiempo el sector entre la Avenida Colón y el Parque El Ejido era doble vía), una tendencia joven que durante décadas quedó firme hasta los 1990.
Eventos que siguen vigentes
Celebrar a Quito se convirtió, desde luego, en un tributo hacia las características idiosincrásicas de la ciudad y su cultura. Por ello, se fueron sumando eventos muy particulares que reflejaran lo quiteño. En 1965, se incorporaron las “Cartas a San Pedro” para que “cierre las llaves del cielo” durante las festividades, buscando asegurar una hermosa tarde del veranillo sobre la capital.

En 1969 empezaron los queridos campeonatos de cuarenta y un año después, la famosa carrera de coches de madera, en la que los más jóvenes, junto a sus familias, armaban sus vehículos artesanales y se lanzaban por las calles empinadas de la ciudad.
Todas estas actividades son parte indisociable de la agenda de las fiestas de Quito. Se han añadido eventos de gastronomía y de stand-up, desfiles, el pregón de la fiesta, el embanderamiento de la ciudad… toda una línea de eventos que hace de cada día de la primera semana de diciembre (y antes) un motivo de celebración.
Las Fiestas de Quito honran las muchas caras de la ciudad. Para conocer la agenda de eventos este año, te invitamos a visitar la página de Quito Turismo y seguir este enlace. Y… ¡que viva Quito!