Intag y Junín: puño de selva

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La lucha de los hombres azules de Avatar… Eso es Intag. Esa es su historia reciente. Frente a toda la artillería gubernamental, millones de dólares invertidos para tajar montañas en la mitad sin importar la vida que se asesina, frente a las fuerzas de este y otros imperios, una minúscula comunidad se pone de parte de toda una red de vida indefensa; y en vez de irse, en vez de aceptar las coimas, de escapar las amenazas, en vez de virar la mirada, se queda para proteger su pequeño trozo de planeta.

El golpe inicial se dio en 1996, cuando el primer megaproyecto minero desembarcó en la zona. En ese entonces se ofrecieron injustos intercambios para los moradores aprovechándose de su desconocimiento y el lugar se convirtió rápidamente en objetivo para la extracción desmesurada; actualmente, un aproximado del 90% del territorio ha sido concesionado para dicha actividad.

Pero la resistencia se plantó de igual a igual. Y ha tenido sus frutos. Ha expulsado a grandes proyectos extractivistas y las comunidades rurales fomentan la producción local sostenible y el ecoturismo a través de REI (Red Ecoturística Intag) que cuenta con más de una docena de organizaciones del lugar. ¡Y su café es, hoy, todo un ícono nacional!

Cuando visitas Intag, cuando haces kayak, acampas, ves aves, montas a caballo, disfrutas de sus cascadas, sus aguas termales, visitas sus plantaciones de frutas tropicales… ¡es como sonreír en la escena final, cuando bailan los aldeanos!

Una historia que busca repetirse

Nuevos proyectos han ingresado específicamente en los poblados de Junín y Chagualyacu, cerca de Intag. Esta vez, desde su llegada en 2015, comuneros, científicos y visitantes iniciaron un monitoreo para comprender los daños que podría causar el llamado proyecto “Llumiragua”. William Sacher, ingeniero en hidráulica e hidrología, es el mentor de este monitoreo. Le bastó no más de un año para atestiguar el impacto y cabe mencionar: las actividades ‘pesadas’ no han empezado.

El monitoreo planteó trece puntos estratégicos para registrar los cambios del agua. Los resultados muestran un aumento marcado de conductividad del agua, baja de pH (lo que la vuelve más ácida) con concentración de metales pesados, riesgos evidentes de contaminación por elementos tóxicos como el arsénico, sin mencionar el necesario desplazamiento de cientos de familias del lugar. Hay resultados más tangibles: la coloración marrón de las precipitaciones, la turba de aguas del río Junín y los derrumbes que han contaminado la microcuenca del ‘Velo de la Novia’, una de las cascadas importantes de la zona.

Se justifican las actividades por considerar la zona un ‘espacio de sacrificio’ (denominado así para solventar la economía de los habitantes). No obstante, el ejemplo de Intag es importante para comprender que el turismo y las actividades locales tienen un impacto económico y social aún más positivo. Los proyectos comunales son un último bastión, el puño de selva que se enfrenta a la indiferencia y olvido de aquellos que vinieron hace tanto tiempo atrás a usurpar la tierra.

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