Por Ilan / Aurelia
El cierre definitivo de El Pobre Diablo en el 2017 fue el tipo de noticia que llegó a todos los periódicos de Quito. Su muro de Facebook se llenó de lamentos y emoticones lagrimosos. El bar-café había amenizado la noche quiteña durante casi tres décadas. Fue el lugar para tomarse un canelazo, escuchar algo del indie local, presenciar revuelos de un artista inquieto; su locro de papas y empanadas de morocho salvaban cualquier hambre entre pláticas con amigos. Pero, sobre todo, y a través de los años, El Pobre Diablo se convirtió en un ícono del barrio de La Floresta, fundamental al momento de calificar a la zona como foco cultural de la ciudad.
La comunidad sintió el golpe. Amantes del arte y la música dejaron de tener ese rinconcito donde reunirse. Se perdió, además, ‘El Conteiner’, la galería de El Pobre Diablo, hogar de toda una familia de creadores locales que gozaron de estas paredes bien vividas para mostrar su obra, realizar sus happenings, experimentar y entretener a su fiel público.
Pocos meses después, Uribe & Schwarzkopf adquirió el terreno y la casa. La constructora, que ha marcado el desarrollo de la ciudad en las últimas décadas, ha iniciado una emocionante fase en pos de crear un nuevo panorama urbano para la ciudad: uno que prima la estética y la planificación urbana, tomando en cuenta la movilidad y la creciente demografía de Quito. Tendría sentido entonces que la antigua ubicación de El Pobre Diablo fuera utilizada para ampliar esta visión con un nuevo edificio, pero el objetivo es otro: defender y rescatar la historia del lugar.
“Para nosotros es un compromiso con la ciudad, con el barrio de La Floresta y la comunidad de artistas y gestores culturales: entregar un espacio funcional y sostenible en el tiempo, algo que no se haya visto antes” indica Joseph Schwarzkopf, Gerente General de la empresa.
“Es algo que, además, compagina con nuestra visión arquitectónica y este espacio de El Pobre Diablo nos ofrece una posibilidad de realmente darle algo a Quito. Eso nos emociona.”
Manteniendo viva la llama
Hay que saber lo que era El Pobre Diablo para no olvidarlo. Si bien ya no existe, hay que revivir sus rincones a media luz, sentir sus gruesas paredes, meditar bajo sus techos industriales de lo que fuera, en sus inicios, una antigua fábrica de café. Ése ha sido el desafío del arquitecto Daniel Moreno Flores: resucitar un alma.
Reconocido por su ambicioso diseño para el mirador de Shalalá sobre el cráter de Quilotoa, con el fin de impulsar a la nueva generación de arquitectos jóvenes ecuatorianos que revelen una mirada innovadora, Daniel fue contratado por Uribe & Schwarzkopf para crear el diseño interior del nuevo proyecto.
A través de una colaboración con varios actores y la empresa, Daniel resolvió no trabajar desde un estudio independiente y se trasladó con su equipo a la antigua casa. Investigaron la historia del lugar; incorporaron, incluso, a un maestro para descubrir la composición misma de las paredes. Con precisión forense, junto a fotógrafos y artistas como Santiago Vaca o Andrés Santafé, se ocupó el espacio durante siete meses: bocetando, diseñando, fotografiando cada rincón… y culminaron el ciclo con una provechosa muestra que revisitó el proceso.
Todo lo que se ha concebido para esta rehabilitación es parte de una compleja relación a dos, un baile arquitectónico que veremos en todo su esplendor cuando, en unos meses, Uribe & Schwarzkopf rescate el alma de este Pobre Diablo que tanto extrañamos, convirtiéndolo en una flamante y moderna creación compartida.
Un espacio multifacético
Son varios proyectos los que le darán vida al antiguo Pobre Diablo, bajo el marco de Impaqto La Floresta. Esta empresa ofrece actualmente un concepto innovador de “co-working” en dos locales de la capital (en el sector de La Carolina y en Cumbayá). Los partícipes no sólo arriendan el espacio de trabajo, sino que forman parte de una red de profesionales con visiones semejantes que podrán interactuar y hallar inspiración conjuntamente. Si bien Impaqto se ha enfocado en temas de emprendimiento y negocios, las nuevas instalaciones de La Floresta buscan dirigirse a las artes creativas.
Además, el antiguo El Container será transformado en una moderna galería pública.
“Quito necesita espacios para mostrar su arte,” explica Joseph, “y nuestro apoyo y auspicio está encaminado para que eso suceda”.
Para cerrar el círculo, está un restaurante que responde a las mismas exigencias de visión. Si bien los detalles siguen en debate, el proyecto gastronómico está definido y será digno heredero de lo que fue, y otra vez será, un foco de alta cultura y creatividad en La Floresta.
Lab US
Siempre buscando elevar los estándares arquitectónicos de Ecuador, Uribe & Schwarzkopf creó Lab US, un proyecto de espacios temporales que ofrecen entornos de trabajo para jóvenes arquitectos y estudiantes, quienes se benefician de un programa de lecturas, conferencias y talleres gratuitos. El próximo Lab US abrirá sus puertas a partir de marzo de 2019 en una localidad a confirmarse.
URIBE & SCHWARZKOPF
Moreno Bellido 200 y Av. Amazonas, Quito
+ (593 2) 255 7100 / 256 8100
IMPAQTO