En el fondo del mar se ocultan mundos inexplorados, desde el cual extraños seres nos observan, guardando sus propios secretos inaccesibles para nosotros los terrestres… o, al menos, en parte.
La otra parte, la que sí podemos explorar para entender cómo funciona el mar —o cual es la relación del hombre con este gigante salado— está en Lomas de Ballenita. Se trata de la hostería Farallón Dillon que impresiona desde que uno entra: como un gran barco encallado sobre el acantilado que refleja la memoe sus viajes por el mundo.
Este sueño nace de los talentos de Yolanda de Dillon, decoradora de interiores y las habilidades de Alberto Dillon, capitán de mar y coleccionista de sus tesoros, ambos artistas y soñadores, que hace 27 años decidieron abrir su colección náutica al público.
Los servicios de Farallón Dillon incluyen 23 habitaciones (cada una decorada de forma exclusiva, incluso hay una subterránea), su mirador, el restaurante y, por supuesto, su galería, donde hay piezas para admirar (pues son patrimoniales) y otras a la venta, hijas de las manos de los hábiles artesanos de la península.
Además de apliques, bases de mesas y lámparas hechas con piezas encontradas en los deshuesaderos de los barcos, hay cuadros y también piezas rescatadas de los hundimientos marinos, arrastradas por la corriente hacia la orilla de la playa.
El rótulo de entrada cuenta a los visitantes que estas piezas han sido preservadas por el mar para que las generaciones venideras reconstruyan la increíble evolución del transporte marítimo. Y reza “cada parte de un naufragio es un testimonio que guarda historias épicas y fantásticas, algo que siempre merece la pena ser contado hoy y en el futuro”.
Entre las piezas que hay que admirar están las piezas del galeón, los maderos, las cuadernas, los jarros de suministros del barco La Capitana (con más de 400 años de historia) y el equipo de buceo junto a las escafandras utilizadas hace 100 años, cuando las empresas inglesas explotaban petróleo en Santa Elena. Y esto es apenas el inicio, el resto de las piezas deberán encontrarlas solos.
También vale resaltar el tesoro natural que se admira desde aquí: avistamiento de aves, ballenas y cuerpos celestes. Todo esto se puede disfrutar acompañados de una excelente carta que incluye platos como el dorado en salsa de nueces y su bolón de verde con un toque de maní. Lo que sí, el pulpo será difícil de encontrar aquí pues como nos comenta Douglas Dillon, administrador del Farallón, “utilizamos productos del mar pero no el pulpo, porque sentimos que está siendo sobreexplotado sin un manejo adecuado.”
El Farallón protege todos sus tesoros dentro del mismo baúl: el de la conciencia. Esta propuesta de desconexión, de descanso y de disfrute consigue que sus visitantes recuperen la estimulación natural que se esconde en una caminata, en un plato de ostras gratinadas, en una celebración familiar o empresarial, en el aire de la costa… y en el constante murmullo del mar.
Farallón Dillon
Lomas de Ballenita,
Ballenita, Santa Elena.
+(593 9) 995 222 222
farallondillon@hotmail.com