Esmeraldas – Las Peñas: camino al norte

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A medida que nos acercamos a la frontera con Colombia, la provincia se vuelve más agreste y natural… los pueblos escasamente llegan a casas de dos pisos, y la mayoría son de caña y madera. Las playas son más solitarias, la vida más rural y la comida, todo un encuentro. Aún hay camino por recorrer para llegar al “mundo norte” de Esmeraldas… y esta vía está llena de sorpresas.

Saliendo de la ciudad de Esmeraldas o San Mateo, debes dirigirte hacia Tachina con destino a San Lorenzo. Uno de los primeros poblados al que llegas, al este de la capital provincial, es Camarones y, como sugiere su nombre, sólo queda imaginarnos la abundancia de esta especie en el pasado. En el pueblo, puedes buscar un recorrido en canoa por la entrada del mar, uno de los mejores lugares para conocer las antiguas prácticas de pesca artesanal de los lugareños.

Orillas del río Esmeraldas, camino al norte de la provincia. Foto: Jorge Vinueza. 

A poca distancia, cruzamos la frontera del cantón de Rioverde y el pueblito de Palestina nos da la primera bienvenida. Justo a la entrada, antes de pasar por el puente que separa a Palestina de su pueblo hermano, Rioverde, un camino, a la derecha, lleva a El Alto, donde se producen las clásicas conservas de plátano, guayaba, coco y panela.

Desde este punto se ha activado una interesante “ruta de cacao y dulces” a distintos recintos (que también puedes recorrer navegando por el río): comunidades afables y fincas cacaoteras que se apostan a las tropicales orillas del río Chumundé. La visita completa, inevitablemente, culmina en bote (ya que no hay camino después del recinto de Chumundé) en dirección a la escultórica cascada de Medianía.

Todo el cantón de Rioverde es zona gastronómica por excelencia, y uno rápidamente notará la inventiva en cada receta y, sobre todo, en los nombres que a éstas les ponen. A poca distancia de El Alto está San Vicente, donde el plato estrella (y nombre del comedero) es “El Enganche”… porque, claro, te engancha a la primera: encocao de minchilla (camarón de río), gallina ahumada y cerdo, con una enorme “bala” (un bolón suavecito y sin grumos), arroz y limonada. Pasando el puente de Palestina a la derecha, uno continúa la vía al norte (y a San Lorenzo), sin antes hacer escala en Cevicangre, otro clásico gastronómico a la altura de la comunidad de Vuelta Larga (de Rioverde, porque también hay Vuelta Larga en el cantón Esmeraldas), donde conocerás de cerca al singular cangrejo azul.

Las famosas “bocanas”

A medida que continúas al norte, vas notando que varios desvíos anuncian, con grandes pancartas, una serie de “bocanas” por visitar. En el lenguaje local, una bocana es un río que desemboca en el mar… con su respectiva playa.

Todas éstas son interesantes visitas, tanto por su naturaleza como por la comida que ofrecen, pero no tendría mucho sentido visitarlas en un solo viaje.

La primera playa es Paufí, una larga orilla donde se promociona “La Pasión”, un encocado de mariscos con maracuyá. Luego, justo a la entrada del pueblo de Montalvo, las pancartas te señalan el camino a Bocana de Ostiones, donde preparan el “Tres sin Sacar”, un encocado de tres mariscos: langostinos, calamar y pateburro (una especie de caracol). A pocos metros de Montalvo, existe otro desvío: Playa África, donde no hay plato típico que se destaque, pero sí la visita al interesantísimo museo Museo San Rafael.

Quizás quieras quedarte en las nuevas cabañas de Go Playa Africa (busca más información en www.goplayaafrica.org).

Bocana de Lagarto le sigue, con su respectivo desvío desde el poblado del mismo nombre, donde podrás probar quizás el más extravagante de los platos de esta costanera: “Los Siete Sabores del Mar”, siete mariscos todos cocinados de manera distinta, entre “reventados”, “encocados”, “apanados” y “a la plancha” con pateburro, langostinos, pangora, almejas… la vegetación aquí es más seca, lo que también se ve en la bocana siguiente, Vainilla, o Vainillita, un trecho de playa rocosa y desierta con su bosque chaparro.

Desde este punto, hay dos opciones. O mantenerte hacia la izquierda vía Las Peñas o seguir hasta Borbón, tierra marimbera con fabulosas rutas fluviales por explorar.

Los chachis de la Mediania

Foto: Jorge Vinueza. 

De Chumundé “para adentro” entramos a territorio chachi (lo que se extiende al sur hasta el río Canande). Son originarios de la sierra norte del país, pero, huyendo de la expansión inca bajo la dirección de sus sabios ancianos, migraron a la selva costera de Esmeraldas y hoy poseen una extensión territorial de aproximadamente 110.000 hectáreas en zonas de frondosa selva y majestuosos ríos.

Alguna vez se los llamaban cayapas, pero chachi, que quiere decir “gente/hombre puro” en su lengua nativa chá palaa (chapalá), es el término que los identifica.

Sus tradiciones e idioma se mantienen, a pesar de la fuerte influencia de costumbres occidentales y aún viven de la caza, la pesca artesanal, la recolección de frutos y pequeños huertos de uso familiar. Las mujeres realizan hermosos cestos, canastos y toda clase de utensilios para uso doméstico. Cuando los visites, seguramente escucharás la palabra ura’sabe. Quiere decir gracias.

Para visitas guiadas a Medianía y sus alrededores contáctate con Marlon de la Cruz: +(593 9) 3952 3693

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