Para contar la historia de Casa Rosada, hay que caminar por los extensos pasillos de la historia de Manta: retroceder cien años, a esos tiempos donde, en lugar de avenidas y malecones, era el mar que, con prosa facunda y turquesa, daba vida a las siempre hermosas costas de Manabí.
Eran épocas doradas: los productos ecuatorianos de exportación eran la fina envidia de todo el mundo, motivo de jactancia de magnates europeos: el cacao, la balsa, la tagua y la higuerilla. Afuera de esta casa en particular, la “Casa Rosada”, no se parqueaban vehículos, sino botes, amarrados a las argollas que hoy son parte de la decoración de uno de los restaurantes más llamativos de Manta.

Se la observa desde cualquier punto del Parque La Mujer, a pocas cuadras del Malecón, con sus tonos rosa, verdes y blancos, sus grandes ventanales. “Toda la vida ha sido así, tan característica”, explica su dueña, Lucía Fernández, quien vivió parte de su infancia en el lugar. A primera vista, es difícil asimilar que perteneció a otro tiempo. La remodelación le ha dado una vida nueva. Pero, para Lucía, la casa no embarga solamente sentimientos; es hogar de grandes historias.
La casa de la ciudad
Dos años después de su construcción en 1918, Casa Rosada se convirtió en el primer Municipio de Manta. Su fachada fue construida con hierro, cemento y materiales importados desde Alemania. Debieron ser de buena calidad, pues estas estructuras todavía se mantienen intactas a pesar del calor y el mar que llegaba a su vereda; a pesar, también, del intenso movimiento que la rodeaba, ya que todos los servicios locales de la época funcionaban en el sector.
De Municipio, fue puesta a remate y adquirida por Adán Muentes, un comerciante cafetero y de higuerilla. Hoy, llegó a manos de Lucía gracias a la nostalgia. “Decidí adquirir la casa para preservarla. Es mi manera de retribuir a la ciudad que tanto me ha dado”, afirma con emoción.
Desde el año 2000, Casa Rosada fue declarada Patrimonio Cultural del Estado y un potenciador para la economía de la ciudad.
Un restaurante en abanico
Actualmente, Casa Rosada se posiciona como uno de los restaurantes más modernos de Manta. Conserva su fachada y estilo únicos, pero con estructuras remodeladas en cada uno de sus tres pisos, los que, a su vez, ofrecen distintos ambientes a sus visitantes.

En la planta baja se encuentra La Toquilla, la tradicional cafetería de toda la vida para los mantenses. Aquí se sirve la variada oferta de la típica comida local. Uno observa el contraste entre la moderna utilería de la cocina y el tradicional fogón de las casas manabitas tradicionales mientras se asan plátanos, corviches, bolones y tigrillos, todo en su punto. Las mesas de mármol tienen sus bases de hierro forjado francés, que contrastan también tanto en forma como procedencia, con las lámparas de paja toquilla trabajadas por artesanos de Montecristi. Hay una sección en el techo compuesta de los diferentes tipos de madera con las que se decoraba la casa y que todavía se conservan de la estructura original.

En el primer piso está El Puerto, donde hay tres salas privadas o de servicios restaurante VIP. Nuevamente como decoración, un mueble original de la antigua casona disimula su edad gracias a su tapizado. La Casona opera en el segundo piso. Este es el restaurante principal, en el que se degusta la cocina que mejor representa a Casa Rosada: una gastronomía local fusionada con gourmet internacional, dentro de un decorado distinto, ambientado en la Francia de inicios del siglo XX.
Finalmente, en el tope de la casa y con vista privilegiada de la bahía de Manta opera La Terraza. Un lounge-bar con estilo vanguardista donde, además de degustar los más frescos platillos de la ciudad, se llevan a cabo eventos como conciertos o degustaciones. Los jardines verticales y las estructuras de madera en el techo son hechos con rezagos de maderas originales para conservar su toque rústico.
Esto, en realidad, recién empieza. El proceso de rehabilitación y puesta en marcha ha sido arduo y estudiado. Son más de cien años los que han visto el desarrollo de todo lo que engloba Casa Rosada, en su marco cultural, gastronómico e incluso como eje de una nostálgica rememoración de lo que hace especial a esta ciudad portuaria.
Según Lucía, es el mejor momento para apostar por el crecimiento de Manta, manteniendo encendida la llama (y los colores) de este maravilloso espacio, su rica historia y deliciosa comida.
Descubre este pequeño/gran tesoro de Manabí, una excéntrica “casa rosa” que ofrece tanto y más de lo que promete su llamativa fachada.
CONTACTO
Parque de la Madre, Av. 1. Manta – Ecuador.
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Fotografías: Andrés Molestina