En busca del calorcito de Quito: una ruta por sus valles para este verano

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La diferencia de 400 metros menos de altura entre la zona urbana de Quito y sus valles de Cumbayá, Tumbaco y Puembo se siente. Es la misma ciudad, pero en estos valles el clima es cálido y acogedor y el sol casi rutinario es vibrante. He escuchado a más de un habitante de esta zona decir “¡qué frío que es Quito!”, tomado de su saco con ambas manos apenas sale del túnel de Guayasamín, el ingreso “oficial” a la zona urbana de la ciudad. 

Apenas un americano escucha la palabra Cumbayá, lo primero que se les viene a la mente es aquel canto espiritual que ha oído desde su niñez: “Kumbaya, my lord, Kumbaya…” Si le preguntas al GAD de Cumbayá sobre el origen del nombre, quizás te expliquen una de las versiones legendarias: cuando los yumbos un asentamiento preincaico llegaron a Cumbayá, uno de ellos, Cumba, se casó con una yumba de nombre Ya. La parroquia adoptaría la contracción de ambos nombres

Pero si le preguntas a un quiteño sobre este suburbio de su ciudad, sin duda, se mofarán, llamándolo “Cumbayork”, haciendo alusión a sus lujosas urbanizaciones, sus vecinos adinerados y la cantidad siempre creciente de restaurantes y pequeñas tiendas para ir de shopping alrededor de su plaza central.

La realidad es que en esta parroquia rural las dicotomías son aparentes: comuneros que han vivido aquí toda la vida, mantienen sus negocios populares y venden sus productos en las calles; a su vez, están quienes han migrado del caos y ajetreo de la zona urbana del norte de Quito, prefiriendo las periferias en busca de aire puro, más espacio y, claro, un clima más cálido.

No se puede negar que Cumbayá es una zona comercial importante de la capital; que los quiteños que levantaron del pequeño pueblo decenas de ciudadelas, malls y tiendas chic buscan, sueñan y se acercan cada vez más a crear una burbuja idílica, donde ya no habría la necesidad de volver “a Quito”. Por su parte, los valles de Tumbaco y Puembo no parecen tener aún las mismas pretensiones. La sensación de estar en un pueblo persiste; son zonas más residenciales que también han empezado a vislumbrar su posibilidad turística, sobre todo por su cercanía al Aeropuerto Internacional de Quito. 

Así que si vamos a explorar estos valles empecemos por donde uno se puede ubicar fácilmente: la Plaza de Cumbayá (o Parque de Cumbayá), un frondoso y colorido espacio público, con tres de sus cuatro veredas periféricas abarrotadas de restaurantes (sushi, parrilladas, ceviches, comida italiana, alitas, entre ellos el clásico Bambú Bar, para buena comida ecuatoriana. El único lado de este cuadrilátero sin “negocios” es el oriental, donde descansa plácidamente la bonita iglesia del pueblo. Con sus techos de teja, su alta torre y su espaciosa dimensión, ofrece un contrapunto frente al ajetreo que prevalece en las otras tres esquinas. 

Desde la plaza tenemos algunas recomendaciones “de cajón”, incluyendo la Casa de Experiencias – Paccari con su espectacular terraza al aire libre, la que se encuentra a solo 100 m por la calle Francisco de Orellana. Y si caminas otros 100 m por la calle García Moreno, está Casa Alfaro, un restaurante de comida manabita de primera. Para la mejor comida típica (y un clásico de la zona, presente cuando Cumbayá todavía era más pueblo que suburbio), vale la pena, además de probar su oferta tradicional, ser testigo del ajetreo muy lugareño del Palacio de la Fritada, sobre la calle Salinas (paralela a la calle Manabí). 

Si estás buscando dónde hacer deporte o un lugar donde sentirte rodeado de naturaleza, desde la plaza puedes subir por la calle Francisco de Orellana (en sentido contrario de Paccari) hasta el portal principal del Chaquiñán. Aquí inicia el primer tramo de 20,5 km que nos lleva hasta Puembo; un parque lineal que une los tres valles de este artículo, de manera casi poética, por antiguas rieles del tren, ideal para hacer bicicleta o senderismo.  

Para una experiencia ecológica en Cumbayá visita el Parque Los Algarrobos, ubicado dentro del Chaquiñan, pasando el km 2. Este parque, sumamente pintoresco, es un remanente de bosque seco interandino a las orillas del río San Pedro. Tiene tres senderos en su interior, uno llamado Salomé Reyes en honor a la ciclista que falleció cerca y que ahora, en su nombre, se han colocado pulseras rosadas en las ramas y troncos de los árboles. También puedes visitar el Reservorio de Cumbayá, donde muchos corredores se congregan ya que es un sitio ideal para trotar. Desde octubre a abril, este gran ojo de agua empieza a recibir varias especies de aves migratorias.    

Otro lugar de encuentro popular en esta parroquia es el Centro Comercial La Esquina, un centro al aire libre donde puedes encontrar varios negocios, librerías, restaurantes y la panadería Cyrano. Para llegar a este centro desde la plaza central puedes subir hasta el tope por la calle Francisco de Orellana (en dirección a la entrada del Chaquiñan), girar a la derecha por la calle Chimborazo; está al frente del reservorio. Si buscas una opción de comida gourmet italiana, baja desde este centro comercial por la avenida Manuela Saénz hasta el restaurante La Briciola

Alternativamente, puedes subir por la avenida Pampite en dirección a la Universidad San Francisco de Quito y pasar por 227 y BluMaría, una pizzería y cafetería (ideal para desayunos), o por Los Tacos del Gordo, una auténtica taquería mexicana. 

La Universidad San Francisco de Quito es sin duda un punto importante de actividad en Cumbayá, al frente de la cual está uno de los centros comerciales más nuevos e importantes de la zona, Paseo San Francisco, que combina áreas al aire libre y corredores interiores con tiendas. Nosotros recomendamos aquí un lugar con visión comunitaria y sustentable, con productos hechos por artesanos ecuatorianos, Farmers Market, abierto los fines de semana. 

El valle de Tumbaco

No se puede visitar Tumbaco y no toparse con el volcán Ilaló, un protagonista callado e imponente que vela por los pobladores todos los días. Es un excelente plan de fin de semana subir a la montaña y llegar a la cruz. Seguro te vas a encontrar con varios aficionados que trotan a su propio ritmo lo más alto posible. También puedes aventurarte a las entrañas mismas del volcán inactivo y visitar Cuevas del Ilaló, un centro cultural único que ofrece experiencias inmersivas de música y arte. 

Para la experiencia urbana puedes dirigirte a la Plaza de Tumbaco donde encontrarás puestos de locales y negocios populares: zapateros, costureros, mercados, pescaderías, etc. El Chaquiñán atraviesa también este valle y si te diriges al norte te encontrarás con el sendero. Aquí podrás ver la antigua Parada de Tren que conectaba la Costa con la Sierra pero de la que ahora solo queda una casa abandonada.

Para una experiencia cultural, dirígete hacia el poblado de Chiviquí en Tumbaco y llegarás a la calle La Cerámica: Barroquema es un taller y galería de cerámica abierto al público con una historia extraordinaria, a cargo de Juana Lloré y Marco Ullauri. 

Puembo y la eterna primavera

Conocido por sus lugares de esparcimiento, clubs exclusivos como Los Arrayanes y varias bonitas propiedades que alquilan sus espacios para recepciones y eventos privados, Puembo tiene toda la reputación, bastante convincente, de ser el “jardín de Quito”. Alejado de la ciudad, a poca distancia del Aeropuerto Internacional, el pueblo en sí ofrece un bonito paisaje donde encontrar retiro. 

La Plaza de Puembo es quizás la más pintoresca de los tres valles. Llena de macetas de geranios coloridos y un clima cálido, este punto en el mundo parece contar con solo una estación: la eterna primavera. 

La historia de estos geranios es reciente. Hace tres años, macetas de geranios empezaron a aparecer en la plaza. Al comienzo hubo resistencia entre los vecinos, pero pronto también se unieron al cuidado de estas coloridas flores y ahora muchos han pintado sus fachadas de blanco y cuidan de los geranios rojos, anaranjados y morados que le han dado nueva identidad a la urbe. 

Uno de los locales en plena plaza que cuenta con una de estas fachadas llenas de flores es El Deli, un exquisito delicatessen que cuenta con un patio frondoso donde pasar las horas. Si subes por la calle Manuel Burbano unos 300 metros, llegas a San José de Puembo, un hotel de primera que cuenta con un ambiente de armonía y naturaleza. También, a pocos metros, encontrarás el Portal La Lomita, donde termina el primer tramo de 20 km del Chaquiñán.  

En los últimos años ha habido un esfuerzo intenso por reforestar este sector del sendero del Chaquiñán, desde Los Arrayanes hasta Oyambarillo. Se han sembrado especies como el churo yuyo, el guavo, el floripondio, además de otras endémicas de la zona para mantener el camino de bicicletas lleno de naturaleza, con un deseo de respetar estos espacios verdes. 

Por el antiguo camino hacia Tababela, a las orillas del río Guambi se encuentra también la Casa Hacienda Molino de Guambi, ahora un pequeño complejo turístico que cuenta con una piscina, una cervecería artesanal y un molino de piedra que estaba a disposición de los puembeños en años pasados cuando iban a moler máchica, maíz, cebada, jora, y demás granos. 

Puembo también esconde otro secreto: la iglesia de Chiche Obraje, construida en 1547 y considerada la segunda más antigua del Ecuador. Siglos de abandono han hecho que ahora solo quede una capilla, donde antes había una hacienda y un gran templo religioso, lo que no resta la historia que contiene su interior como uno de los últimos referentes religiosos antes de iniciar el camino a la Amazonía. 

Estos valles de Quito cada año crecen más, la gente busca salir de la capital, en busca de zonas con todas las comodidades, cercanas, pero más ligadas a la naturaleza que las circunda. Y para un fin de semana Cumbayá, Tumbaco y Puembo tienen tanto que ofrecer que uno no se asombra cuando sus pobladores prefieren quedarse con su “calorcito de por acá” para ya no volver al “frío de Quito”. 

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