El Chimborazo no solo es el nevado ecuatoriano más alto, el punto más cercano a la Luna desde la Tierra, una de las montañas que inspiró a varios personajes mundialmente relevantes de siglos pasados como Bolívar, Church, Humboldt, Whymper, La Condamine; es hoy, uno de los destinos más fascinantes del país. Irónicamente, pocos aprovechan la experiencia. Y es casi inconcebible que sea así. En estas páginas, ¡esperamos ayudar a cambiar esta realidad!
Para Riobamba, el Chimborazo es el punto de referencia más importante. Muchos creen que solo podría interesar a los andinistas, o a personas que buscan aventuras extremas. Visitamos Guano, el tren, la Nariz del Diablo; llegamos a Alausí, a la Laguna de Ozogoche. Pero el gran Chimborazo está ahí, y está esperando nuestra visita. En sus faldas tiene algo para todos, especialmente para quienes buscan aires nuevos, destinos diferentes, paisajes sobrecogedores, un contacto intenso con la naturaleza y una mirada al país.
Desde cada rincón se ve la montaña: grande, imponente, protectora. Y evidentemente, uno quisiera, por qué no, acercarse a su cima. Es natural en el ser humano este deseo de tocar lo que ve, sin importarle lo lejano que sea, y aunque le tome siglos hacerlo, lo logra a través de su tesón, ingenio y esfuerzo, a veces hasta sobrehumano. El Chimborazo representa ese desafío en quienes lo admiran. Llegar a su cumbre requiere de aclimatación, entrenamiento y pasión. En todo su entorno existen varios lugares dignos de visita, inspiradores lugares de cultura, naturaleza e historia. Una de las zonas que más recomendamos para acercarnos al imponente nevado, son las faldas ubicadas al sur del inmenso cono del volcán, que circunvalan la montaña y, como último destino, nos llevan hacia la ciudad de Guaranda. En estas páginas, recalcamos algunos de los lugares destacados, poco conocidos hoy en día, pero que poco a poco acercarán a los ecuatorianos que los visiten, a conocer la profunda realidad que abarca semejante ícono de nuestro país, emblema de su escudo y delirio de sus más grandes soñadores.
Fotografía: Jorge Vinueza