Hay algo interesante de visitar la selva ecuatoriana: entre más se la recorre, menos parece que conociéramos de ella. Por ello, para hospedarse en esta región, es necesario encontrar un lugar donde sea posible integrar la experiencia, sentirse parte de la exuberante naturaleza que se aprecia por doquier.
En las cercanías de Misahuallí, encontramos el hospedaje ideal para la mejor experiencia amazónica. Se trata de Hamadryade Lodge, un auténtico oasis en medio de decenas de hectáreas de mística fauna y flora. Basta con desviarse de la carretera hacia el puerto y subir por un camino de tierra con pronunciada vegetación para darse cuenta de que estamos convirtiéndonos en parte de ella. Al llegar arriba, las hermosas instalaciones del lugar nos invitan inmediatamente a explorar más. Lo primero que se observa es una pequeña tiendita con objetos locales de comunidades cercanas. Al desviar la mirada hacia al frente, se ve la selva desde arriba y, junto a ella, la piscina natural del lugar. ¡Un cuadro que no se espera en la zona!
Hamadryade es un lugar de sanación, nos explica Maeva, administradora del lugar, mientras nos da un recorrido por las habitaciones. Todas están equipadas para una estadía de ensueño, con amplios espacios, camas y ventanales, los cuales tienen contacto directo con la selva. Es como estar ahí sabiendo al mismo tiempo que se está cómodo y seguro. En las noches, los balcones cuentan con su propia sinfónica natural, lo que hace que el descanso Amazónico sea merecido. De a poco comprendo el poder sanador del lodge, el cual se complementa con ceremonias y actividades en la selva que se pueden llevar a cabo.
Hay habitaciones dobles y familiares. La más grande está al fondo y cuenta con el espacio suficiente para acoger hasta a seis personas en sus dos pisos. Al igual que el resto de las habitaciones, la familiar tiene lugares ‘ocultos’ donde se pueden abrir puertas y dejar que entre el refrescante viento al lugar.
Sin duda, el detalle más importante para tener energía en la selva es, además del descanso, la comida local. Los almuerzos y cenas en Hamadryade están cocinados con el propósito de mantenerte activo, ¡sin mencionar, por supuesto, lo deliciosos que son! Bella, cocinera del lugar, se encarga de tener un menú variado, único y diferente para cada día. Todo se hace con lo que hay en ese momento, nos explica mientras sirve una entrada con ensalada amazónica, patacones y camarones en el tope. ¡Vaya que se ve delicioso y reparador!
En el comedor se observa la piscina, los árboles y la estructura de madera que sostiene su sala de estar y que, sin duda, es inesperado encontrar en medio de este salvaje lugar. Se siente como si estuviera diseñado exclusivamente para uno, pensando en que sea lo más agradable y cómodo posible. Hay una estantería con libros y revistas junto a una pequeña refrigeradora con bebidas de todo tipo, quizás es otra invitación para seguir relajándose, pero es momento de tomar las palabras de Maeva y salir a explorar.
A tan sólo 5 minutos se encuentra el puerto de Misahuallí. Carlos, guía del lugar, junto a su hijo Aaron fueron los encargados de hacernos el recorrido. El primer destino fue la Cascada de Latas, un lugar del que no habíamos escuchado pero que nos dejó a todos maravillados y cansados de nadar en sus aguas cristalinas. También visitamos el ceibo más grande y antiguo de la zona. Es tan grande que no lo pueden abrazar ni entre sesenta personas juntas, nos dice Carlos. Sin embargo, yo pienso que son más. Cada dos años, el imponente árbol florece de algodón que los locales recogen para fabricar sus almohadas.
No puedo mentir, me quedo con las ganas de volver y estar presente en una de las ceremonias en Hamadryade. Quizás también podremos visitar en los próximos meses su jardín botánico. De ser el caso, contaremos la experiencia de volver a este lugar que aguarda la mezcla perfecta entre la exclusividad y la selva.
CONTACTO
Venecia IZ, vía Misahualli, km.11. Tena, EC.
(+593) 988 225 413
info@hamadryade-lodge.com
Fb: /HamadryadeLodge
Ins: @hamadryadelodgeecuador
www.hamadryade-lodge.com
Fotogragías: Udit Kharka