Cóndor Trek: por el sendero del Rey de los Andes

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Cuentan los abuelos de la leyenda de Pachacamac, Dios creador del universo. Creó un ave sagrada y la llamó Cóndor. Tenía como función ser mensajero entre los espíritus y los humanos. Me imagino que es por eso que su vuelo es tan majestuoso y que aprovechando de las térmicas alcanza con gran facilidad alturas dominantes, subiendo y bajando con elegancia y soltura.

Si eres amante del trekking, éste es uno de los recorridos que debes intentar al menos una vez en la vida… (lo que, esperamos, se traducirá en muchas felices repeticiones). La ruta clásica cubre aproximadamente 80 km, iniciando en el sector de El Tambo (vía Pifo – Papallacta) y termina en la Laguna de Limpiopungo (en el Parque Nacional Cotopaxi). Puede, por supuesto, ser realizada al revés y existen variantes para acortar o alargarla según el número de días y kilómetros y la experiencia del caminante. Si tienes el equipo necesario, lees mapas y eres un ‘patabrava’ con cancha, es posible empezar la aventura sin guía. Si no, en la Comunidad de El Tambo, puedes contratar el servicio de guías locales e incluso arrieros y mulas para ir más ligero.

Partiendo desde El Tambo en la provincia de Napo, esta travesía atraviesa el corredor de los páramos que unen montañas como Antisana (5704 msnm), Sincholagua (4873 msnm) y Cotopaxi (5897 msnm), internándose en la Reserva Ecológica Antisana y Parque Nacional Cotopaxi. Es, de por sí, un corredor crucial para el Cóndor Andino, un ave que vuela largos trayectos y aprovecha esta avenida de naturaleza, encajonada entre carreteras y zonas rurales y urbanas, para subsistir. Gracias a diversas iniciativas de conservación, lo que se vislumbraba como una extinición precoz podrá esperar. Perola especie solo cuenta con aproximadamente 130 individuos en estado natural, una cantidad ínfima. Esta zona es hogar de 20% de la población. Por suerte, se ha mantenido muy bien conservada, un refugio de fauna y flora andino-amazónica importante que permaneciendo como un camino de senderistas, podrá ofrecer larga vida a su naturaleza.

Empieza la caminata

Después de conversar con los comuneros y cancelar una modesta suma a modo de peaje,  empezamos a organizarnos, revisando mapas,  equipo y provisiones;  y así, iniciamos el recorrido de la primera parte del camino hacia la laguna Tuminguina, conocida también como la laguna del Volcán, localizada en una pequeña depresión ocurrida por la solidificación de una lengua de lava proveniente del volcán Antisana. En este tramo, si cuentas con suerte, existe la oportunidad de observar osos de anteojos; puedes encontrar algo de protección entre quishuares, árboles que en la antigüedad eran considerados sagrados, y cholanes, como si por momentos el frío páramo se dejara cobijar por el calor húmedo de la vecina selva.

Al día siguiente, el camino continúa hacia la Laguna Mauca Machay, conocida también como Santa Lucía. Podríamos decir que ésta es la mitad del camino y por su cercanía al volcán diría también que es el sector más frío del trayecto. Pasas tan cerca del Antisana que sientes que podrías tocarlo, sin embargo la distancia es más larga de lo que te imaginas y se necesita de un permiso especial para acceder a sus glaciares. En este sector abundan los árboles de papel (polylepys), pumamaquis y pajonal, mucho pajonal; recomiendo hacer buen uso de éste como aislante natural entre el suelo y la carpa. Es fácil encontrar cómodos lugares para asentar el campamento, fuentes de agua cercanas, además de disfrutar de la belleza escénica del sector.

Vigilada por cóndores

El tramo que se recorre en el tercer día, entre la Laguna Santa Lucía y el Sincholagua es mi favorito. La ruta está cubierta en su mayor parte por pajonales y chaparros. Te da la oportunidad de descubrir tus dotes de pajarero y naturalista. No en vano Alexander von Humboldt se instaló en la zona para estudiar, entre otras maravillas, las exquisitas plantas y árboles que son hábitat de fantásticas criaturas:  gaviotas, bandurrias, curiqungues, venados de cola blanca, patos, gallaretas y, por supuesto, el majestuoso Cóndor Andino. Esta es, en realidad, una de las zonas emblemáticas del ave, con parejas que anidan en los rocosos riscos de los flujos de lava, como el caso de Antisanilla. Protegida por la Fundación Jocotoco, se puede incluso visitar la Reserva Chacana, donde es muy probable que podrás ver cóndores sobrevolando a poca distancia. Si se despeja, en este trayecto en particular, pela el ojo al cielo. Cóndores estarán vigilando tus pasos por su reino.

La casa en la que Humbdoldt pernoctó hace más de 200 años aún permanece en pie y es una gran motivación para descansar un momento  y levantar la mirada imaginando como habría estado de poblado el cielo en ese entonces, cuánto murmullo se elevaría desde los pajonales.

Ventajosamente, el sector de la famosa Ovejería se está regenerando y aunque tímidamente el pajonal y las almohadillas de páramo están repoblando esta rica tierra, otrora fue desgastada por los lanudos inquilinos.

La mochila va más ligera por haber dado buen uso de las provisiones, pero el cansancio a esta altura del camino ya se empieza a sentir. Escucho a mi cuerpo y me detengo a descansar. Al cabo de un momento, mi corazón da un vuelco al recordar que este tramo, además de tener historias de aves y plantas, también fue el testigo del paso del Ejército Libertario de Sucre, cuando advertidos de que los españoles habrían sitiado todos los posibles accesos a Quito, nuestros héroes hábilmente decidieron atravesar el agreste pajonal bordeando el lado oriental del Cotopaxi y Sincholagua para llegar a la Hacienda Chillo – Compañía a descansar, antes de su arribo a las faldas del Pichincha para la guerra que le otorgaría independencia definitiva a la ciudad de Quito.

La meta del día, a estas alturas, son las faldas del Sincholagua. El área que rodea Sincholagua es arenosa y en él generalmente corre bastante viento.

Al cuarto día se siente la proximidad del punto de llegada lo que hace que las energías sean renovadas para avanzar hacia Limpiopungo, vía el río Pita y con la suerte de un día despejado, admirar al Cotopaxi en todo su esplendor, reconociéndose además varios cerros vecinos.

Las opciones para salir del Parque Nacional Cotopaxi se limitan a alguien que espere a nuestro arribo o a la buena voluntad de quienes quieran llevarte de regreso a la ciudad. Extensiones a la travesía incluyen avanzar hacia el Quilindaña e ingresar la vasta planicie del poderoso ‘megavolcán’ Chalupas.

DATOS TÉCNICOS E INFORMACIÓN ÚTIL

El viento frío es el abrazo constante que recibes del páramo. No deja de acompañarte aunque brille el sol. En buena temporada se cuenta con sol en la mañana y algo de lluvia o viento por la tarde y noche, así que debes llevar equipo en buen estado y como siempre va, nuestra recomendación de vestirte en capas.

La belleza del recorrido hará que te olvides del lodo; sin embargo, es necesario ir con buen calzado para facilitar los sectores fangosos e irregulares del trayecto.

  • Tiempo estimado de la ruta: 4 días
  • Tiempo estimado de caminata por día: 4-6 horas
  • Nivel Físico: Medio-Alto
  • Nivel Técnico: Bajo
  • Altura Mínima: 3.600 msnm
  • Altura Máxima: 4.350 msnm
  • Lugar de partida: El Tambo (km. 73 Vía Pifo – Papallacta, 5 km. antes de Papallacta)
  • Lugar de llegada: Laguna Limpiopungo, Parque Nacional Cotopaxi

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