Viajamos al bosque nublado de la reserva ‘Santuario de Aves de Milpe’, donde nos encontramos con un pequeñín de selva adentro que, pese a su tamaño, resulta ser una de las criaturas más fascinantes del mundo animal y una especie que abre las ventanas hacia nuevos conceptos de la evolución y la selección natural.
El breve video que puedes ver aquí del Saltarín Alicastaño macho (Machaeropterus deliciosus), o Saltarín ‘Ala de Palo’, fue tomado en un lek (un sitio o patio de cortejo, en el que varios machos ‘cantan’ en honor de una hembra), en el Santuario de Aves de Milpe, en el noroccidente de Ecuador.
El momento capta al ave realizando su típico ritual/baile, esperando que sea lo suficientemente digno como para llamar la atención de una hembra. El video muestra claramente como este individuo emite un «tik tik WANNNG» muy característico. Al hacerlo, extiende sus patas y levanta las alitas sobre la espalda…
La primera gran sorpresa es que no ‘canta’ el sonido, sino que lo produce con el movimiento de sus alas. Pero hay más. Esta acción arroja luz sobre una serie de realidades que pocos consideramos cuando pensamos en el mundo natural. Muchas de estas realidades, de hecho, van en contra de lo nos enseñaron en la escuela…:
1) Sabemos que, para volar, las aves han evolucionado huesos huecos en las alas precisamente para que estas sean lo suficientemente livianas al momento de contrarrestar la fuerza de la gravedad;
2) Sabemos que las aves cantan con la ayuda de un órgano especial en su garganta (la siringe);
3) Sabemos que muchas especies de aves son ‘dimorfas’; es decir, los machos y las hembras no lucen igual y que son los machos los que suelen ser más coloridos y llamativos que sus contrapartes;
4) También sabemos, basándonos en lo que entendemos como la supervivencia del más apto, que la belleza masculina en este caso es prueba de que los machos compiten para demostrar cuán en forma están al momento de ‘enamorar’ a sus parejas.
Es cierto, muchas especies son dimorfas y los machos revelan colores más brillantes o lucen más adornados que sus contrapartes femeninas. Pero el Saltarín Alicastaño macho es una excepción a esta regla. En primer lugar, los huesos de sus alas son como ‘palos’ y no son huecos. Es de esta manera que logran crear el extraño sonido que escuchamos cuando levantan sus alas. Al hacerlo, ¡el ave traquetea los huesos duros de sus alas a un ritmo alucinante de 107 veces por segundo!
De esta manera cortejan a sus hembras, con sus alas algo ‘desmadejadas’, para nada gráciles ni acicaladas como las de la gran mayoría de aves del mundo. Ello pone en duda varios de los puntos antemencionados.
El cortejo que le ofrece a su pareja, entonces, no es producto de la siringe, un órgano que ha evolucionado en las aves precisamente para que puedan cantar como cantan. Las hembras de esta especie por alguna razón decidieron que no estaban interesadas en las serenatas comunes y silvestres y prefirieron este extraño sonido metálico que, si es ‘interpretado’ correctamente, las vuelve locas.
Cantando con las alas
La especie ha evolucionado (algo único entre las aves) para que el macho produzca este sonido ‘tentador’. Ella escogerá al que mejor interprete la canción de alas. El pequeño detalle con ‘interpretar correctamente’ este tipo de serenatas, sin embargo, ¡es que las alas del macho deben tener huesos sólidos!
Como dijimos arriba… las aves desarrollaron huesos huecos durante millones de años, específicamente para que pudieran volar. Tener huesos sólidos en las alas sin duda hace que el vuelo de este Saltarín sea más trabajoso… No puede volar muy lejos y esto, sin duda, lo pone en peligro frente a depredadores y/o desastres naturales.
Pero este pajarito sobrevive a pesar de la seria desventaja que le representa el no poder volar como otras aves. Y lo que es aún más extraño es que estos huesos sólidos se desarrollan mientras las aves todavía están dentro del huevo, en estado de embrión (antes de convertirse en machos o hembras), lo que significa que ambos sexos ‘sufren’ de la misma desventaja biológica solo porque a las ‘damas’ les gusta ‘el canto y el baile’ de sus muchachos. Ellas, sin embargo, no desarrollan la capacidad de ‘cantar’ con sus alas…
Este fenómeno se conoce como «decadencia». Las hembras eligen un atributo estético por sobre las necesidades de supervivencia, algo que pone en peligro las perspectivas de vida de sus propias crías, sus posibles parejas masculinas e incluso ellas mismas. Lo fascinante es que el fenómeno contradice el principio básico de la evolución por selección natural que nos han enseñado en la escuela. En este caso, no es tanto la supervivencia del más apto, sino una evolución por selección sexual… en otras palabras, la supervivencia del más bello. Y sugiere que la ‘belleza’—como el ‘arte’ de una canción interpretada con alas y no con la voz—es tan importante para la vida en la Tierra como lo es sobrevivir.