Los primeros ingredientes de la vida en la Tierra, los primeros cuatro elementos de la naturaleza que entran en contacto para forjar el mundo que conocemos, están regados sobre el horizonte del archipiélago de Galápagos, en exhibición perpetua, para el entretenimiento y admiración de quienes llegan hasta tan lejos y quedan pasmados frente a la creación. El fuego que late en el coro volcánico del planeta levanta su pulpa ardiente y surge sobre la superficie del mar; al entrar en contacto con el viento y el agua, gesta interacciones químicas y físicas que transforman las llamas en extensos campos de tierra dura, islas que crean el fabuloso mapa insular que es Galápagos.
El agua y el aire continúan su interminable contrapunto. Podan, moldean, lo rodean todo y, junto con la complicidad del sol y de la luna, tallan una geología, un marco, un lienzo para este remoto paraíso… y no se detienen ahí. Gracias a ellos, gracias al viento y gracias al mar, llega la vida: las semillas transportadas por el cielo, las aves transportadas por sus alas, los peces dinosaurio en balsas de vegetación flotante, la vida anterior al ser humano.
Detalles de lava pahoehoe en isla Santiago.
Algunos islotes han sucumbido al poder de la marea y su violencia. Revelan la mitad de un cráter que se va desplomando bajo el mar. El fuego a veces rompe su silencio de meses y explota un corazón bermejo sobre el atardecer durante una ensañada erupción. En el archipiélago, hay trece volcanes que actualmente se encuentran en actividad. Ha habido más de sesenta erupciones desde que Charles Darwin pisó por primera vez las islas y cuando pensamos esto, recordamos que cuando Charles Darwin estuvo aquí, ni siquiera se sabía que existían placas tectónicas. Todavía la Ciencia creía que la Tierra era inamovible, que Dios había levantado todo lo visible (y ocultado todo lo que quería ocultar) en un puñado de días y que, sobre esta creación, no permitiría alteración alguna.
Campo de lava de Santiago, Sombrero Chino e isla Santa Cruz en la distancia, desde Bartolomé.
Nuestro planeta, lo sabemos ahora, está en constante movimiento y Galápagos es un ejemplo vivo de ese movimiento, desde sus profundas entrañas en el abismo del mar hasta su rugosa piel de piedras en la superficie, es la misma geología de este archipiélago el que respira, se retuerce, se estira, se retrae… Cada vez que estalla una isla, la isla se reacomoda. Levanta sus dedos, mueve sus piernas, contornea la espalda… Cada erupción revela la evolución de la Tierra.
Los científicos han descrito cómo volvernos sobre los pasos de la lava creadora de las islas Galápagos. Con palabras provenientes del Hawaii —que como Galápagos, también es un archipiélago volcánico —relatan como la arrebatada estampida de los flujos a’a fueron aplacados por la sensual pahoehoe. Como revelación de un dualismo primario, estos dos tipos de lava, este ying y yang de la Tierra, escribe su historia sobre sus campos de lava. Estamos en el punto más antiguo de la existencia planetaria. Estamos en el comienzo de todo. Esta es la visión del origen. El día antes del comienzo.
Geología hundida, isla Bartolomé.