Reyes de las coplas, señores del campo, veneradores de sus costumbres, capitanes de travesías, guías de expediciones y buenos amigos de animales y plantas, los chagras son el corazón donde late el legado de los páramos de Cotopaxi.
Su nombre viene de la palabra ‘chakra’, la denominación que se le da a la tierra destinada para la siembra. Al igual que ella, el chagra también es terreno fértil donde las tradiciones y conocimientos de su herencia crecen fuertes. Aman la montaña por sobre todas las cosas y son los guardianes de todos los secretos agrícolas y ganaderos del territorio. Esto uno lo puede conocer durante sus rodeos alto-andinos, una celebración de su quehacer y destrezas que dura varios días.
Los árboles no se comen sus frutos. Las ores, pues caray, no paran bola a su aroma exquisito. El sol no alumbra para sí mismo. Parece entonces que la primera ley universal de esta vida es el servicio, un servicio óptimo, respetuoso y en armonía con esta naturaleza deslumbrante.
-Freund Ludovico
Poncho, zamarro, sombrero
La vestimenta tradicional del chagra es su manera de protegerse del frío viento que sopla a través del páramo. Mientras más caliente sea el material que los recubre, mayor será su resistencia frente al frío y mejor podrán cumplir con sus obligaciones.
Entre las más comunes están acompañar el pastoreo, domesticar a los caballos, arrear el ganado de regreso al establo, reconocer las plantas que curan, conocer los caminos que cruzan volcanes y llanuras y ser jinetes, siempre, a prueba de todo: sobre un caballo, nadie los iguala.
Son tan importantes para la vida de Mejía que tienen su propia fiesta, una vez al año. Los orígenes de esta celebración se remontan a 1877, cuando el volcán Cotopaxi entró en actividad. Una vez pasado el riesgo, cientos de chagras se pusieron sus mejores galas, montaron sus sementales y se encaminaron por calles y plazas para agradecer el milagro que detuvo la catástrofe.
Los chagras no necesitamos reloj para saber la hora porque tenemos el sol y solo de sentir el aire sabemos qué clima habrá al día siguiente. De un vistazo sabemos si un caballo tiene maña. Muy poco sabemos sobre cómo leer y escribir, pero entendemos el lenguaje de la naturaleza.
-Roberto Velozo
Esta procesión se convirtió en una gran tradición, pero con el pasar de los años y el surgimiento de nuevas tecnologías, la estirpe empezó a perderse. De hecho, llegó a tener un tinte peyorativo hablar del “chagra”.
Gracias al trabajo de gestores culturales encabezado por Raúl Guarderas Guarderas en los años 1980, se reivindicó la identidad a través de un nuevo Paseo del Chagra, fiesta oficial que se realiza hasta el día de hoy, con creciente interés y asistencia. Encabezada por la imagen del Señor de la Santa Escuela, vestido con sombrero y poncho, los chagras de la zona chacarera por excelencia agradecen 365 días de protección.
Con los chagras no todo es trabajo. Nadie sabe animar una fiesta como ellos: bailando, tocando la guitarra, cantando versos…. Y es que son mitad voluntad para trabajar sin descanso y mitad pasión para seguir enamorados de los pequeños placeres de su vida en la montaña.
Chagra sIerra perdido,
agreste como sus lomas, sincero como sus prados, solemne como sus rocas… Tú miras verdores tenues
al lo de estas montañas: huasca, fusta, aguardientes, fogón, candil y guitarra.
– Extracto del poema de Raúl Guarderas Guarderas ‘Sentimientos chacareros’