Imagenes: Jorge Vinueza y Yolanda Escobar
Estas cuatro fiestas son, según nosotros, las más autóctonas y especiales del país. Vive esta época de Carnaval en los Andes Centrales descubriendo los tesoros culturales, las tradiciones y la identidad de cada una de estas fiestas.
¿Qué esperar de un Carnaval en…?
Guaranda, Bolívar
Puede durar hasta seis días y son pocas las ciudades que, en Carnaval, aglomeran a tantas personas en las calles para ver o participar de sus desfiles. El Taita Carnaval invita a los huasitúpac, los pícaros de la fiesta, a que den de beber el producto guarandeño que más caracteriza a la ciudad: el pájaro azul. Se trata de un aguardiente de alto grado alcohólico que se del fermentado de una serie de ingredientes (incluso, gallina cocida).
Los guarandeños juegan al carnaval lanzándose huevos, maicena, harina y, sobre todo, con mucha espuma.
El Taita Carnaval es quien inaugura los juegos una semana antes del feriado de Carnaval.
En los desfiles se destacan los colores fuertes y festivos, cada comparsa o grupo revelando mucha variedad.
Desde 2002, esta festividad cuenta con una declaratorio de Patrimonio Cultural Intangible del Ecuador.
Cacha, Chimborazo
Es uno de los lugares que expresa la dimensión indígena de las fiestas de Carnaval en el país y su vínculo con el llamado Pawkar Raymi (fiestas del florecimiento) dedicado a los primeros sembríos del año. La celebración es conocida también como Alajahuán, por el cerro sagrado que los locales visitan durante estas fechas por ser escenario de una legendaria aparición de Cristo. Pese al tema católico, dominan coplas y cánticos en kichwa; hombres llevan preciosos ponchos rojos con diseños, o se visten de policías e incluso de mujeres con coloridos chales, amenizando la llegada y salida de las comunidades aledañas hasta la plaza central del pueblo, donde se la festeja con baile y alboroto. La fiesta continúa los días siguientes, ya de vuelta en las comunidades.
Las mujeres llegan a la plaza principal de Cacha con piedras de moler o cargan gallos vivos atados a un palo, para después jugar a atraparlos o al juego del gallo enterrado.
Durante los días de festejo grupos de hombres van de casa en casa, cantando y pidiendo ofrendas de comida a los dueños; y los jóvenes, piden por “hijas”. Existe incluso la “procesión en busca de solteras”.
Se celebra a tres “seres” simbólicos por la ofrenda de la germinación: Pachacama (dios), Pachamama (madre tierra) y Ayllu (el espíritu de las personas reunidas).
Totoras, Tungurahua
Folclor, baile, bebida, orquestas, rituales representados y vividos giran en torno a la devoción del Niño Caporal, o Niño Carnavalero. Empieza con el recorrido de los montados, hombres sobre caballos que se pasean a lo largo del pueblo acompañando a cientos de feligreses hasta la casa de uno de los caporales o priostes del carnaval, que se preparan con un año de anticipación para recibir cerca de dos mil personas. Hombres disfrazados de mujeres, las «doñas», que dan de beber; y los “negros”, que hacen relajo saltando, dando vueltas en círculo y sacando la lengua, pintados la cara de negro, acompañan a danzantes que cargan vacas locas y bandas de pueblo que ambientan con emoción, en nombre del Niño Caporal que cura a enfermos y, a pesar de ser travieso, concede deseos a quienes le rezan con fe.
Totoras se ubica a pocos minutos (al este) del centro de Ambato.
Llaman la atención las inmensas pailas de bronce donde se cocina el banquete de la fiesta, incluyendo caldos, motes y carnes.
El color negro es predominante, y dicen que vestirse y pintarse de negro representa la esclavitud del pasado.
Se colocan 12 campanas colgadas para representar los 12 meses del año.
Danzantes van cantando sus coplas llenas de picardía al son de las guitarras (nótese también el peculiar churo, una especie de cuerno que sirve de bocina).
Ambato, Tungurahua
La F.F.F. (Fiesta de flores y frutas)
Además del agua (lanzarla es terminantemente prohibido en Ambato, aunque la gente desobedece), se agregan al juego dos elementos muy particulares: las flores y las frutas. Ello guarda estrecha relación con el año 1949, cuando la ciudad sufriera un terremoto devastador que obligó a sus habitantes a volver a levantar la ciudad de los escombros. El ambateño celebra el renacimiento de su pueblo según la época de florecimiento de los meses de febrero y marzo, lo que coincide con el feriado de carnaval y las festividades ancestrales del ciclo de las cosechas. El juego con agua se vio como una afrenta a las ambiciones colectivas de la ciudad por ser el elemento vital de la germinación de los principales productos, que lograron sacarla de este momento tan difícil de su historia.
La elección de la Reina es todo un evento y concentra a todas las clases sociales en el Coliseo…
En los cuatro días de la fiesta, se llevan a cabo más de 100 eventos culturales incluyendo la feria taurina “Nuestra Señora de la Merced”.
El desfile de carros alegóricos (armados con un año de anticipación) y de comparsas transitan 16 cuadras (de subida y bajada).
Las reinas de parroquias y de la ciudad saludan a la gente y arrojan frutas, desde reinaclaudias hasta una sandía. La reina del cantón Pelileo, por su parte, arroja pantalones jeans (producto principal del pueblo) que la gente se pelea.