Al norte del Ecuador se asentó la Nación Caranqui. Pocos son los hallazgos arqueológicos de esta civilización, pero algunas las teorías de cómo estaba estructurada. Hay quienes sostienen que su organización social fue resultado de la resistencia frente a la invasión Inca, liderada por Huayna Capac a finales del siglo XV. Pero, por otro lado, están quienes catalogan a la civilización de los caras como un Estado antiguo. Paradójicamente, los rezagos que dan origen a estas teorías no reposan bajo tierra, sino en numerosas y misteriosas tolas que siguen siendo cuestión de debate sobre el desarrollo de la antigua cultura.

En quichua, la palabra tola hace referencia a los montículos funerarios que se utilizaban en épocas precolombinas. Pero, en los valles de Zuleta, Cayambe y Cochasquí, estos montículos eran ocupados por los jefes de la comunidades para asentar sus viviendas y las de sus familias en el tope de las mismas. Se cree que el tamaño de la tola representaba la jerarquía de la persona sobre una o varias comunidades aledañas.
Ya sea por seguridad o pleitesía, la mayoría de habitantes permanecían cerca de sus gobernantes. Hay quienes optaban por vivir en granjas alejadas, corriendo el riesgo de ser invadidos por otras comunidades. No había paz en esa época.
Si hay algo que caracteriza a las tolas de los andes norte son sus peculiares rampas. No todas la tienen, pues se trataba del tributo más grande a los jefes supremos de la Nación. ¡Hay rampas que llegan a alcanzar los 300 metros! Se dice que su longitud representa el linaje hereditario del jefe y que también eran utilizadas para llevar tributos a su hogar.

A pesar de que muchas de estas estructuras están en avanzado proceso de erosión, hay piezas de tierra muy bien conservadas que permiten suponer la edad de las tolas. A través de cálculos de fecha de radiocarbono, se concluye que fueron trabajadas con fuego, recubriendo los montículos en capas de tierra. Los estudios de radiocarbono determinaron la edad del material orgánico, y sostienen que comenzaron a construirse en el año 700 d.C. Se dice además que sucedió en un mismo periodo de tiempo considerable y excesiva mano de obra. ¡Imagínense nada más llevar la tierra hasta el lugar de construcción!
Actualmente, Zuleta es el complejo con más tolas con rampa: catorce en total. Le sigue Cochasquí con nueve y Socapamba con el mismo número. Ahora, considerando sólamente a las tolas con o sin rampa, se distribuyen en decenas de asentamientos que se extienden de norte a sur desde el valle del río Chota al valle del río Guayllabamba, hasta el sur de El Quinche. Esta área acoge a más de un centenar de estructuras, algunas con cien metros de largo y hasta diez de altura.

La mayoría concentración de civilización caranqui fueron los valles templados, dispersándose en las zonas donde la tierra no era propicia para la agricultura. Las altas tierras volcánicas eran ideales para la plantación de maíz, que aportaba más del 70% de sus necesidades calóricas. Todas estas coincidencias nos dan a pensar que no se trataba de una unidad de formas culturales, sino más bien de un mismo grupo étnico, una misma Nación Caranqui.
Gracias a su privilegiada locación, Hacienda Zuleta, en conjunto con la Fundación Galo Plaza Lasso, ha sido el principal actor de conservación, estudio e investigación de este maravilloso rezago de historia. Sin dudas, una labor que nos ayuda a comprender el origen y desarrollo de las antiguas culturas de nuestros Andes.
Para visitar la hacienda y fascinarse con la historia palpable de sus tolas, te recomendamos hacer una reservación para redescubrir y reconectar con el pasado de los antiguos habitantes de estos valles en la comodidad y distinción de Zuleta.

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