Cerca —a una hora exacta de la capital— está este recorrido poco transitado, trazando el camino de sierra a costa. Por su cercanía entre ambas regiones, el descenso de los valles suroccidentales de Pichincha hasta los bosques nublados de Bombolí, en Santo Domingo, es una maravilla que no querrás descartar de tu lista de pendientes para el 2023.
De camino a Machachi, nos desviamos hacia Alóag. Para muchos este nombre no es más que el punto de referencia que define el trayecto clásico hacia a la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, con destino a la costa. Pero esta vez no haremos la travesía en vehículo, sino a caballo.
Tres kilómetros separan al centro de Alóag de nuestro destino inicial: La Alegría. Al entrar a la hacienda, no se puede dejar de contemplar los gigantescos y centenarios árboles de la propiedad, productos de la conservación de este bosque primario.
El campo nos da la bienvenida con vacas pastando libres en interminables hectáreas de pasto, caballos cabalgando en todo el valle y afanados perros que los persiguen para darles dirección.
La propiedad se asoma entra la naturaleza. Su imponente color anaranjado se combina con los rayos de luz que, al acercarse, permiten ver los detalles verdes de los marcos de puertas y ventanas. Gabriel Espinosa, su propietario, nos recibe con calidez, su vestimenta delatando su pasión por los caballos mientras carga zamarros de chagra y las monturas que prepara para nuestra cabalgata hacia Bombolí.
Preparados para galopar
Es media mañana y, ante todo pronóstico, el sol no da tregua. Tomo un par de minutos para prepararme para el recorrido de seis horas hasta el bosque nublado. Afortunadamente, puedo cargar en la montura de Pincel, mi caballo, la vestimenta para el cambio de clima.
“Atravesaremos tres ecosistemas: valle, páramo y bosque”, puntualiza Gabriel. Somos un grupo de nueve personas listas para la aventura. Cada quien se coloca su respectivo casco y protección y tras breves explicaciones empezamos nuestro recorrido con dirección oeste, con sentido al volcán Corazón.
Sí, el clima está de nuestro lado, pero también lo está la suerte, pues tendremos vistas privilegiadas de la Avenida de los Volcanes, con nueve de ellos que rodean al cantón Mejía.
Un paso de tránsito
Empezamos junto a las antiguas rieles del tren que conectaban estos valles. Cumbres como la del Atacazo y el Cotopaxi se asoman a la distancia, un espectáculo que rápidamente emociona al grupo, ofreciendo hermosas postales del paisaje. Hay cruces de vehículos acostumbrados a ver y saludar a los jinetes que recorren la zona chacarera; un sector plano, semi-rural, que no requiere de mayores destrezas por parte del jinete, aunque es necesario avanzar al ritmo del grupo (y Pincel resultó ser el más lento de la manada).
Los Andes se abren como un abanico de valles y montañas. El Corazón irrumpe sobre el horizonte, los dorados contornos de los pajonales que lo rodean brillan con el sol volcado sobre la media mañana… la vista mejora mientras ganamos elevación; cada vez hay menos campesinos y nuestro grupo termina siendo el único que avanza por el camino de herraduras. Tras dos horas de recorrido, una parada técnica nos conduce a una breve caminata junto a Gabriel, en la que visitamos asentamientos de lo que parece ser una antigua trocha de paso y descanso. Recordemos que la zona era indispensable para el tránsito de mercaderes ancestrales que recorrían los bosques nublados de la ladera occidental en dirección a sierra o costa.
Próxima estación: Bombolí
Volvemos a montar nuestros corceles, está vez listos para un descenso único. Atravesar un portal climático es una de las experiencias más fascinantes del planeta. Que todo cambie de pronto… este es la esencia de lo que hace especial a nuestro país. Y efectivamente, todo cambia. Los colores, las sombras, la vegetación… y no solo cambiará una vez… sino dos veces. Primero, el verde valle se torna cafecino, amarillo… desaparecen los árboles… bajan las nubes… o somos nosotros quienes hemos subido hasta ellas…
Ya no habrá descanso mientras nos adentramos en la espesa neblina. Aunque dejamos atrás al sol, el calor y la emoción del grupo incrementa. Llevamos horas de recorrido, pero la transición hace de este un pasaje atemporal. Y rápidamente nos internamos en otro hoyo de gusano: el bosque nublado subtropical.
Hojas gigantes y líquenes, selva… humedad… ¡todo lo contrario de lo que acabábamos de presenciar hace instantes! Es un hermoso bosque chaparro el que caracteriza la flora de Bombolí, la que conserva el agua lluvia que baja del cerro del mismo nombre, ubicado a 3 500 metros de altitud, desembocando en el río Pilatón. Este afluente abastece a los pueblos de la zona tropical del cantón: Tandapi, Alluriquín y la provincia de Santo Domingo.
Definitivamente, nos encontramos en otro mundo. Las plantas son variadas, de todos los tamaños y formas; los caminos de tránsito angostos y el sonido de cientos de aves e insectos comienzan a surgir a medida que nos acercamos a la Hacienda Bombolí, donde descansamos disfrutando de un delicioso almuerzo casero junto a la chimenea.
A pesar de estar inmersos en este bosque, se puede disfrutar de puestas de sol acompañadas de las lejanas luces de los pueblos cercanos a la costa que comienzan a alumbrar el paisaje. Una experiencia única de cabalgata en Ecuador que ahora puedes disfrutar con familia y amigos desde la Alegría, a solo pocos kilómetros de Quito.
Sólo en Ecuador
La experiencia de realizar cabalgatas en Ecuador es incomparable a medida que los caballos hacen camino sobre aristas, por entre rinconadas, cruzando valles, trepando laderas e internándose en bosques húmedos. No existe lugar en el mundo que, en tan poca distancia, nos interne en hasta tres (y a veces más) microclimas completamente distintos, lejos de cualquier carretera —todo transitable cómodamente a caballo— y tan accesible a una capital como la ciudad de Quito.
Fotografías: Murray Cooper
Contacto
Además de la ruta a Bombolí, también hay recorridos de varios días alrededor de la laguna del Quilotoa. Por ejemplo, la ruta de Andes Salvajes. Una aventura de doce días para los auténticos amantes de la equitación, donde se recorren por al menos cuatro volcanes de la Avenida como Chimborazo y Tungurahua e Ilinizas, pasando por pueblos escondidos como Sigchos, Guambaine y el Salado. ¿Te animarías?
Dirección: Barrio Rumipamba, Alóag.
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