Camino real, camino de los que se fueron

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“El mundo se encoge, disminuye cuando …pierde sus humanos decires. Cada dos semanas muere una lengua…”, escribió Eduardo Galeano y plasmó las palabras de Ángela Loij, una de las últimas indígenas de la Tierra del Fuego. Con ella murió su lengua, era la última que la hablaba y sola cantaba en esa lengua que ya nadie podía recordar: Voy andando por las pisadas De aquellos que se fueron. Perdida estoy…

Las lenguas mueren, los recuerdos se evaporan, la historia se construye sobre otros pedazos de historia y las pisadas de aquellos que se fueron no perduran sino en la mente de quienes siguen recorriendo sus caminos. Estas palabras de lenguas perdidas retumbaban en mi mente mientras recorría el Camino Real. Camino de huellas que ya no se ven. Puruháes, incas, españoles, viajeros del siglo XIX, y hoy nosotros, andamos esta ruta ya andada, imaginada y sentida por muchos más en épocas anteriores.

Los páramos del Chimborazo hospedan estos caminos que datan de más de 2000 años de antigüedad. Uno de ellos, viene del Cuzco, atraviesa las faldas orientales del Chimborazo y desde el tambo Chuquipogyo (Hacienda Andaluza), se dirige al norte pasando por Mocha. Desde Chuquipogyo también se puede recorrer el camino de las Yungas (Terrenos Tropicales) que va a Occidente, pasa por el Tambo Totorillas (Chimborazo Lodge), desciende a Gua- randa, desde donde se dirige a la Costa, al río Babahoyo donde se encontraban las grandes bodegas.

La visita al bosque de Polylepis con Marco Cruz, una experiencia inolvidable.

En la época de la colonia española se le deno- minó Camino Real y estuvo en uso hasta 1908 cuando se terminó de construir el ferrocarril Guayaquil-Quito. Acostumbramos llamar caminos “del Inca” a estos caminos, pero es- tuvieron ahí mucho antes; ya los utilizaban las culturas preincas y estos al llegar los unieron y crearon un gran sistema, lo que llamaban el Qhapaq Ñan. Cuando Alexander von Humboldt descubrió esta red de caminos con una extensión de más de 5000 kilómetros, desde el río Mayo en Colombia hasta el Maule en Chile, atravesando Ecuador y Perú, dejó escrito:

“Ninguna de cuantas vías romanas he visto en Italia, en el mediodía de Francia y en España, era más imponente que estas obras”

En 1908, el camino quedó olvidado junto con los arrieros y más de 70.000 animales de carga. Hace solo un poco más de 100 años, esta vía debió lucir diferente con caminantes aún transitándola. Por aquí pasaron los puruháes que comerciaban concha Spondylus, hoja de coca, sal, maíz, ají, que tenían contacto con la Costa y también con la Amazonia, de donde traían oro. Los caminaron el ejército de los incas, soldados, cronistas españoles, Pedro Vicente Maldonado -al elaborar la primera carta geográfica del Ecuador-, la expedición geodésica de Francia que vino a medir un arco del meridiano, y muchos más.

Hoy, el camino puede divisarse con facilidad desde los tambos; está marcado en las montañas, recordándonos su historia. La excursión de los tramos que desde aquí aún puede caminarse dura dos días y va desde Urbina hasta una comunidad cercana a Guaranda, con caminatas diarias de 6 horas, aproximada- mente, en recorridos de unos 20 kilómetros de tambo a tambo.

Las cabañas del Chimborazo Lodge se encuentran en un lugar privilegiado a las faldas del Chimborazo.

El camino va casi en línea recta en medio de las montañas y alcanza una elevación de 4.240msnm en la apachita “Ata Cruz”, el punto más alto de la ruta entre Quito y la cuenca del Guayas. Esta apachita -montículo de piedras que se les ofrecía a la Pachamama y a los Apus, espíritus tutelares-, pidiendo protección, está en la parte más difícil del camino. Cuando vinieron los españoles con la religión católica colocaron a su lado la cruz. El viento en este punto sopla muy fuerte. Detrás de la apachita, está el imponente Chimborazo, acompañante de los viajeros. La energía en este lugar envuelve.

Muy cerca del camino está un bosque de Polylepis, primario y milenario. Es posible realizar una caminata hasta el lugar. Los polylepis poseen un tronco retorcido de por sí, pero el fuerte viento del lugar los ha ido curvando aún más, dándoles una apariencia más hermosa. Desde este punto alto se puede ver la ciudad de Guaranda.

Chuquiraguas, arquitectas, valerianas y otras son las plantas y flores que alfombran las caminatas.

Todo el camino está lleno de flores de páramo: valeriana, genciana, arquitectas, flores pequeñas que se abren paso entre los pajonales. El recorrido está lleno de pasos errantes que han dejado mucho en este territorio y que un día, como nosotros, acompañados por el gran Chimborazo, dejaron sus huellas, para que hoy las descubramos e intentemos, como todo viajero, reconstruir, con la imaginación, el pasado de aquellos que se fueron.

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