El camino a pie desde Oyacachi a El Chaco no es fácil. Hay que ser determinado y estar bien física-mente. Recomiendo contratar un guía local. Son expertos de la ruta y sus secretos. El viaje puede tomar, para los osados, dos días. Para los que caminamos a buen tranco, pero disfrutando del entorno, 3 a 4 días. Atraviesa un valle de árboles de Polylpepis, con una vegetación verde intenso que despierta misterio y fascinación. A lo largo del camino se evidencian viejas construcciones de piedra hechas a mano. Se camina siempre acompañado del susurro del río Oyacachi, donde quizás también se encontrarán vestigios de trochas viejas y nuevas hechas posiblemente por osos de anteojos.
Pájaros carpinteros, osos hormigueros, “cuchuchos” (coatís), “cabezas de mate” (Eira barabara), armadillos y otros pequeños mamíferos y marsupiales como las zarigüeyas se escabullen por entre grandes árboles de cedro y líquenes dignos de un cuento de hadas. Hay que sortear obstáculos naturales a lo largo del sendero como quebradas y ríos para finalmente llegar a un camino vecinal, donde a veces por obra del destino (o de La Señora de Oyacachi), una camioneta espera a comuneros para llevarlos hacia El Chaco, lo que te permitirá salir en menor tiempo a la “civilización”.
He regresado al menos siete veces —con mi familia, el mismo grupo de amigos, y gente de todas las latitudes— ya sea para disfrutar de un momento en sus aguas termales o repetir el fabuloso camino al poblado de El Chaco. Hoy, en Oyacachi, existe una oficina de información turística, una tienda de artesanías, un taller de pintura y tallado que incentiva a los jóvenes a seguir la tradición artesanal de sus hábiles padres, así como también proyectos de microempresa como una quesera, una lechera y emprendimientos comunitarios que intentan sacar a su gente adelante.
Oyacachi es uno de esos lugares a los que uno quiere volver esperando encontrar las cosas como las dejó; Sus habitantes, y sobre todo su entorno natural, que merecen el mayor cuidado y respeto, quedarán arraigados por siempre en quienes se adentran y viven Oyacachi en su más intensa dimensión.