Baños debajo del volcán

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Escrito por: Bernarda Carranza

Fotos: Paula Holguín

Baños, pedacito de cielo. Baños, columpio al fin del mundo. Baños, meca de mochileros. Baños, ¿algún día te destruirá el Tungurahua? Baños, portal a la Amazonía…. Como te guste llamarlo, Baños de Agua Santa (su nombre oficial), es un boom turístico. Recibió más de 250.000 turistas extranjeros y más de 155.000 nacionales en el 2017, y está dentro de los seis lugares más visitados de Ecuador. Al ser el destino go-to de los jóvenes en Ecuador, Ñan envió a dos reporteras milennials para enfrentar la ruta y obtener la “auténtica” experiencia baneña.

I Baños

El terminal de buses a la entrada de Baños casi siempre está lleno; del transporte se bajan decenas de turistas, cargando mochilas más grandes que su espalda, con una expresión llena de expectativa y emoción, esperando que esa pequeña ciudad envuelta en naturaleza a las faldas del Tungurahua sea todo el “pedacito de cielo” que promete su apodo local.

Ya es un atrapa-turistas: las tiendas de artesanía son más abundantes que las panaderías; las shigras, los llaveros de llamas, las cerámicas de duendes, las pulseras de fibra de marihuana, las camisetas I <3 BAÑOS desbordan de las puertas de entrada; ya merodean por las calles extranjeros extraviados que hace años se quedaron del avión de vuelta a sus países; ya están los hostales y los infinitos letreros que ofrecen los mejores tours en bicicleta, en cuadrones, en buggies, en chivas, a las cascadas, a la selva, a la Casa del Árbol, al mirador… ¡Aaah, la sobrecarga visual!

Resulta difícil imaginar a Baños en sus inicios, cuando no superaba una población de 600 personas y formaba el cacicazgo Ipo, el que luego desaparecería con la llegada de los españoles.

Dichas tierras, en su totalidad, pasaron a pertenecer al español Palomino Flores. Resulta más difícil aún imaginar a Baños sin su catedral neogótica (ubicada en las calles Ambato y 12 de noviembre) donde yace su virgen de Agua Santa, cuya construcción inició el padre belga Thomas Halflants y la concluyó el arquitecto y sacerdote Pedro Brüning (responsable de más de 220 construcciones desde Tulcán hasta Loja) en el siglo XIX.

Exvotos

Dentro de la Catedral vale la pena detenerte y observar los enormes cuadros y exvotos que narran la historia de familias baneñas que han sido testigos de milagros otorgados por la Virgen de Agua Santa en y fuera de la ciudad (uno incluso relata como el “agua santa” calmo un gran incendio en Guayaquil).

Pero hay quienes sí recuerdan su pasado y con nostalgia suspiran: “antes no era así”. Julio Pazos, el escritor y catedrático baneño, recuerda su niñez en las calles de la ciudad con agrado. “Era como estar en una fiesta permanente, por todos los devotos que venían,” comenta (algunas cosas al parecer no han cambiado).

 “Siempre fue un importante lugar de turismo nacional al ser la ciudad más cercana y de mejor acceso al Oriente.”

La gente llegaba a esta ciudad por dos razones: para visitar a la queridísima Virgen del Rosario y para bañarse en las aguas termales. Los hostales, los deportes extremos, los bares, los columpios… eso llegó después…

El culto a la virgen siempre ha traído consigo a sus devotos de todo el país, quienes pasaban por estas tierras para bañarse en “Su cabellera” (una caída de agua ubicada al este de la ciudad) y por donde también brotaba agua mineral natural que muchos aseguraban tenía propiedades curativas. Por eso Baños lleva el nombre de Agua Santa (si preguntas a los locales, te dirán que en esta caída de agua la virgen se escapaba de la iglesia por las noches para bañarse).

Al lado, sobre la calle Juan Montalvo, está el balneario de la virgen, donde Pazos recuerda haber aprendido a nadar y hasta el día de hoy sigue abierto. Pero ahora una instalación nueva, Termas de la Virgen, sobre la calle Luis A. Martínez, ofrece más piscinas, aguas termales y toboganes. Antes de entrar a la ciudad también encontramos las Termas de El Salto.

Sánduches, melcochas, dulces de guayaba…

Baños no es tierra de cañaverales pero por la grande oferta de su jugo parecería que sus tierras verdes aledañas estarían llenas de la plantación. Afuera de la terminal de buses o a la salida de los balnearios de la ciudad, hay una fila de vendedores en pequeños kioscos de caña guadúa que ofrecen su elíxir y el famoso “sánduche” (bebida con puntas, limón y jugo de caña). En realidad, la caña llega desde Puyo, cuentan las vendedoras que con una sonrisa y sus piropos nos piden que “pruebe reinita, mi príncipe, mi rey”.

Los dulces de guayaba también abundan, pero vienen en su mayoría de Ambato. Y el verdadero dulce típico, la melcocha, o alfeñique, está por todos lados.

Entre hostales y almacenes de artesanía encontrarás las coloridas tiendas de dulces y al costado de la puerta principal casi siempre está un hombre tratando de domar con fuerza el caramelo.

La masa contiene panela, miel de caña, esencia de fresa y cáscara de mandarina, y una vez que se forma la jalea se la coloca en un gancho de madera sujetado contra la pared para amasarla. “Pruebe un poquito,” van ofreciendo los melcocheros mientras desprenden un pedazo.

Las melcochas son las que están frescas, el alfeñique ya es cuando las empacan y se vuelven sólidas. Pazos nos cuenta, también, que el origen de la melcocha es incierto, aunque existen documentos del siglo XVIII que afirman que jesuitas en la vecina Patate, donde sí existían sembríos de caña, elaboraban un dulce parecido. En todo caso, ha existido durante siglos. “Desde que abrí los ojos,” explica Pazos, “ya tenía una melcocha en la boca.”

Visita una fábrica de dulces

En Baños existen cuatro fábricas de dulces que elaboran las famosas melcochas y dulces de guayaba. Visita la fábrica de Nibaldo Salazar y su familia, la Fábrica “La Selecta”, en la Av. Amazónas vía al Puyo pasando el Barrio San Vicente al lado de la carretera, donde podrás ver el proceso de elaboración de las delicias y degustar sus nuevas creaciones.

Experiencia Baños

Quizás la razón por la cual atrae tanto a los milennials es porque aquí se encuentran opciones para todo presupuesto. Existe una gran cantidad de hostales que ofrecen cuartos desde $10 hasta $15 (en temporada alta) y hoteles de mediano lujo como Hotel Sangay, Hotel Samari o Luna Runtún (con una vista espectacular de la ciudad).

Alquilar bicicletas para las actividades del día (como la ruta de las cascadas hasta el Pailón del Diablo) puede costar desde $5-8 al día, y los costos suben si alquilan cuadrones, buggies o carros 4×4 ($20-40). Las actividades como canopy, canyoning, rafting, puenting y rapelling (pues todo eso hay) son un favorito entre los turistas y en cualquier lugar del centro de la ciudad podrás encontrar tours que te llevan a realizar estos deportes. Y claro, no puedes perderte la oportunidad de guindar del cielo en la Casa del Árbol.

Buses a Pailón del Diablo y Casa del Árbol

Hay dos rutas de buses que van a estos lugares a diario y en distintos horarios. La parada de bus hacia la Casa del Árbol se encuentra en la calle Pastaza y Rocafuerte (al frente de la panadería Don Gato) y la parada hacia el Pailón del Diablo está sobre la Eloy Alfaro y Luis A. Martínez.

La oferta de comida es variada con opciones de asado argentino como Quilombo (calles Juan Montalvo y 16 de Diciembre), cocina italiana, como el Carpe Diem (Montalvo y 12 de Noviembre) o el clásico restaurante suizo Swiss Bistro (en la Eloy Alfaro y Luis A. Martínez). También es muy concurrida visita observar la ciudad desde lo alto de las nubes en el Café del Cielo ubicado en el hotel Luna Runtún.

Si buscas comida nacional el Aroma y Sabor de Mercedes no falla, además de tener deliciosas empanadas de queso, pollo, carne, encuentras locro, mote pillo, mote con chicharrón (están en la Maldonado y Ambato, y tienen otra pequeña sucursal, que en realidad es la original, afuera del Pailón del Diablo). O visita el Mercado Central para degustar la sazón popular y deliciosos llapingachos, caldos de pollo, yahuarlocro y el “levanta muertos” una bebida potente con aguacate, espinaca, guayaba, borojó y extracto de malta que dice curar la resaca. Al lado del mercado puedes pasar por el Pasaje Artesanal o si estás en busca de arte visita el café/galería Barahona del artista Marcelo Barahona en la Rafael Vieira y Montalvo.

Pero quizás otra razón por la que se conoce a Baños es por sus fiestas.

En la noche dirígete a la calle Eloy Alfaro (la calle de los bares) y Ambato donde empieza la diversión. El Leprechaun es el clásico bar de la ciudad (Eloy Alfaro entre Oriente y Espejo) donde ahora encuentras tres ambientes, una discoteca, un patio trasero con una fogata y una salsoteca al costado; anda a bailar a la discoteca de al frente, Volcán, al Son Cubano o Mocambo; prueba las cervezas artesanales tipo alemanas en el Cherusker…. Opciones no faltan.

Siendo honesta, como buena milennial, he visitado Baños más de una vez: me he tirado del puente de San Francisco, me he shoteado el famoso “sánduche”, he fiestado en el Leprechaun y el Volcán, me he tomado fotos en el columpio de la Casa del Árbol, he alquilado buggies, cuadrones para recorrer la ciudad, me he ido en bicicleta al Pailón del Diablo, parando en cada cascada que cruzaba en el camino; y cuando llega algún amigo del extranjero les llevo siempre a Baños… Baños, meca del turismo mochilero. Baños, lugar de infinitas actividades. Baños, tierra de cascadas y naturaleza. Baños, pedacito de cielo…

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