Pese a su sencillez –o acaso por eso- la primera iglesia levantada por los conquistadores ibéricos en el actual Ecuador sigue en pie, aun cuando la ciudad que la rodeara haya desaparecido. Es la iglesia de Balbanera, ubicada a solo metros de la laguna de Colta.
Hay que recordar que Riobamba fue, además, la primera urbe fundada en 1534, cuando aún la memoria de la ejecución del último inca, Atahualpa, en Cajamarca, corría por los páramos. Esa fundación del 15 de agosto se llamó Santiago de Quito y eso por- que el adelantado Diego de Almagro pretendía ganarle la partida a Pedro de Alvarado.
Aunque en primera instancia se trató de una choza, destruida por el terremoto de 1797, la actual iglesia conserva un estilo único, de esos primeros momentos de irrupción del mundo católico. Tiene apenas diez metros de largo y conserva su atrio, altar y pila bautismal de piedra, para lograr un aire de recogimiento sin ese exceso de boato con que están atiborradas las iglesias barrocas de la época. Con pequeñas ventanas, por donde se filtra la luz, el viajero puede contemplar su techumbre andina. Está en la ruta de Riobamba a Cuenca y tiene una cruz frente a su plaza, donde se expenden artesanías.
La iglesia de Sicalpa, reonstruída después del terremoto.
El templo fue levantado, con su fachada de piedra calcárea, para venerar a la santísima Virgen de la Natividad de Balbanera, que recuerda a la abadía de la Virgen de Valvanera, allá en la península ibérica, en Logroño. Antes de marcharse, es preciso contemplar los ángeles en su frontispicio y, con suerte, observar al majestuoso Chimborazo.
A pocos minutos, otro sitio de paz: la laguna de Colta, que proviene del kichwa Kulta Cocha, que significa Laguna de Patos. Efectivamente, allí están estas aves en medio de totoras y un espejo de agua que parece fundirse con las colinas. Existen adecuados senderos e incluso se puede acceder a una suerte de tola, tan propias estas del mundo precolombino. Está apenas a 19 kilómetros de Riobamba y, en ocasiones, los grupos de danza folclórica se presentan en el lugar.
El otro sitio por conocer es Sicalpa, donde estaba asentada la antigua urbe. Merced a los trabajos arqueológicos de los años 80 del siglo pasado, fue posible que parte del esplendor colonial de Riobamba saliera a la luz, tras el terremoto que la devastó el sábado 4 de febrero de 1797, ultimando a más de cinco mil personas.
Santiago de Quito y la laguna de Colta.
Era tan importante la urbe que allí se imprimían las monedas de uso oficial de la Corona, además que –según los descubrimientos- existían canales de aguas servidas así como de aguas limpias, algo poco frecuente en la época. Se sabe de la existencia de obrajes, molinos, talleres artesanales, además de las viviendas.
Sin embargo, aunque se puede recorrer parte de la ciudad derruida, aún se requiere demás excavaciones para develar lo que el cerro Cullca arrasó en su desprendimiento. Por eso, lo más interesante de este recorrido es llegar a la iglesia donde se puede observar que está construida, literalmente, de fragmentos de piedras coloniales. Por ejemplo, una parte de la pila bautismal aparece en una columna y un ángel de piedra sorprende cerca de la escalinata. Al lado izquierdo, aún es posible mirar y palpar los antiguos muros.
Hay muchas investigaciones en torno a la antigua urbe, pero algo que llama la atención es que cuando sucedió la catástrofe, los quiteños suplicaron por ayuda a los funcionarios españoles, tomando en cuenta la cantidad de recursos, en obrajes y demás, que había dado Riobamba. No existió ayuda. La respuesta fue: “el dinero del Rey es sagrado”, aunque, pocos meses después, el presidente de la Audiencia, Luis Muñoz de Guzmán, se llevaba a Lima 60.000 pesos en moneda sellada.
En la caminata se pueden apreciar detalles en puertas y casas que contienen parte de la historia del lugar.