Arte del siglo XXI en Quito: Un camino al andar

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Escrito por: Bernarda Carranza

Fotos: Jorge Vinueza G.

A finales de marzo del 2017, dos artistas urbanos de la capital decidieron encerrarse durante cinco días dentro de la galería Arte Actual para pintar día y noche. Taparon lo que hacían con una tela y quienes les querían ir a visitar solo podían verlos a través de un pequeño agujero. La muestra se expuso durante 5 días y tan solo el último día quitaron la tela para que se observaran las obras. Era una especie de voyerismo, un peep show con un propósito: una obra de arte que hace arte. Al igual que su proceso artístico y luego su exposición, los artistas responsables del “Encierro” –como se llamó la muestra– no llevan nombres normales. Se les conoce por sus seudónimos: La Suerte y Apitatán.

En realidad, la muestra y casi performance de estos dos jóvenes artistas habla mucho del arte emergente de la capital: efímero, ingenioso… su proceso es el experimento, que es igual o más importante que el trabajo final.

La Suerte y Apitatán, pese a moverse constantemente en la escena artística de la ciudad, son conocidos por los murales que han pintado y que uno identifica incluso sin necesidad de ver la firma. Si ves un Apitatán, reconoces los personajes populares, sus quijadas pronunciadas, las escenas cotidianas en las que se ven envueltos. Si ves un mural con figuras de mujeres largas y finas, cuerpos encorvadas y ojos pequeños puedes decir con confianza: “es de La Suerte”.

La Suerte, o Sofi (que al ser su nombre verdadero, es el nombre que menos utiliza) es una de las tantas artistas emergentes. En sus palabras, “hace un poco de todo” en cuanto al arte para sobrevivir. La curadora Ana María Garzón la describe como “una persona que sabe jugar en el sistema. Puede lucir como una imagen romántica de alguien que juega anti-sistema, pero en realidad ella es una persona que surfea muy a su gusto en la escena artística emergente.”

Pero la pregunta es: ¿dónde está la escena artística emergente de Quito? Si no estás en el círculo, es difícil encontrar los lugares de donde está sucediendo todo. Por eso, fuimos donde La Suerte. Ella nos guiaría por el sendero.

De la mano de La Suerte

En el 7mo piso del edificio Artigas (Coruña y 12 de Octubre) nos espera Maio Alvear, hijo de los artistas Miguel Alvear y Ana Fernández, que además de ser escultor hace un año y medio decidió abrir Ladera, la primera biblioteca pública de arte en Quito, en su propio departamento, que, para empezar, goza de una vista increíble. Nos lleva a un estudio donde se encuentra la biblioteca con más de 300 libros en inglés y español sobre arte.

“Es importante pensar que el arte es también una herramienta pedagógica,” nos dice.

Su espacio brinda asesoría a artistas que tienen en mente desarrollar un proyecto. Además, Ladera organiza charlas acerca del arte y trae a personajes importantes dentro del medio para hablar sobre el proceso de organizar muestras artísticas. Maio recalca algo que he escuchado por parte de la mayoría de mis entrevistados: “es importante que la gente pueda acceder a los procesos que los artistas han hecho, más allá de ver su obra.” (Para agendar una cita y visitar la biblioteca accede a la página de Facebook /LADERA o a www.ladera.space).

Continuamos en dirección sur sobre La Coruña hacia el corazón de La Floresta, un barrio cuyas paredes llevan mucho color. Al pasar al lado de varios murales, La Suerte comenta… conoce a la mayoría de sus autores. Cuando ve algo que no es de su agrado, no se retiene: “es que no tienen una propuesta”.

Al llegar al redondel pasamos por un mural que hasta hace pocos días llevaba los personajes característicos de Apitatán, Ramó (otro nombre que suena en el circuito del arte urbano) y La Suerte; ahora nos llevamos la sorpresa que a su personaje lo pintaron de negro. Ella se ríe: “así se ve mejor,” dice, aceptando el destino de todo mural público.

El que a ella más le gusta está al final de la calle Madrid, nuestra segunda parada, en la casa de Café Roscón. La casa se distingue de sus vecinos por sus murales exteriores, pero en el fondo, una pared con siluetas de plantas sonsaca una sonrisa de nuestra guía, obra realizada por los artistas que conforman el espacio. En él, existen cinco emprendimientos distintos: una cafetería vegana a la entrada; la oficina de los artistas María José Rodríguez y Cristian Tapia; el propio Café Roscón, una cafetería y espacio cultural del artista Pablo Ayala, donde se junta la crema de la creatividad para discutir proyectos y dónde es inevitable tropezarse con alguna instalación u exposición; y el taller de cerámica, de Natalia Espinosa, Perro de Loza.

La visitamos mientras todos están en silencio y concentrados. Mientras el barro se va formando entre las manos.

“A mí la cerámica me encanta porque te remite a cosas cotidianas. En ese sentido hay una comunicación cercana con la gente. Requiere de un tiempo distinto. Es relajado. Se necesita una presencia plena,” afirma Natalia, que siendo una artista de varios formatos, ha encontrado en este medio mucha inspiración.

La siguiente parada de la caminata nos traslada 29 hacia el Centro Histórico: la Casa Nodo en la Juan Larrea y Buenos Aires. Es parte de No Lugar, un proyecto que lleva 8 años activo, con espacios de exhibición y residencia para artistas. La casa se camufla perfectamente con las casas del barrio América, pero al entrar por el portal rojo y largo, se ve arte por todos lados. En cada cuarto y sala de los tres pisos hay un taller de algún artista a quien le fue otorgada la residencia para su proyecto.

“Nos interesa ser una plataforma para artistas emergentes donde también haya un choque contextual que les permita acceder a otro punto de vista de la ciudad,” afirma Byron Toledo, uno de los fundadores. En la casa se ven los rezagos de un cuadro, de una fotografía, de una instalación. Hay papeles cortados, telas y tejidos y pintura regada en las paredes. Estamos llegando al final del año de residencia y sólo quedan Clío Bravo y Brenda Vega. Los demás están ahora exponiendo en Más Arte Galería, una exposición gestionada por No Lugar para sus artistas.

Su espacio brinda asesoría a artistas que tienen en mente desarrollar un proyecto. Además, Ladera organiza charlas acerca del arte y trae a personajes importantes dentro del medio para hablar sobre el proceso de organizar muestras artísticas. Maio recalca algo que he escuchado por parte de la mayoría de mis entrevistados: “es importante que la gente pueda acceder a los procesos que los artistas han hecho, más allá de ver su obra.” (Para agendar una cita y visitar la biblioteca accede a la página de Facebook /LADERA o a www.ladera.space).

Continuamos en dirección sur sobre La Coruña hacia el corazón de La Floresta, un barrio cuyas paredes llevan mucho color. Al pasar al lado de varios murales, La Suerte comenta… conoce a la mayoría de sus autores. Cuando ve algo que no es de su agrado, no se retiene: “es que no tienen una propuesta”.

Al llegar al redondel pasamos por un mural que hasta hace pocos días llevaba los personajes característicos de Apitatán, Ramó (otro nombre que suena en el circuito del arte urbano) y La Suerte; ahora nos llevamos la sorpresa que a su personaje lo pintaron de negro. Ella se ríe: “así se ve mejor,” dice, aceptando el destino de todo mural público.

El que a ella más le gusta está al final de la calle Madrid, nuestra segunda parada, en la casa de Café Roscón. La casa se distingue de sus vecinos por sus murales exteriores, pero en el fondo, una pared con siluetas de plantas sonsaca una sonrisa de nuestra guía, obra realizada por los artistas que conforman el espacio. En él, existen cinco emprendimientos distintos: una cafetería vegana a la entrada; la oficina de los artistas María José Rodríguez y Cristian Tapia; el propio Café Roscón, una cafetería y espacio cultural del artista Pablo Ayala, donde se junta la crema de la creatividad para discutir proyectos y dónde es inevitable tropezarse con alguna instalación u exposición; y el taller de cerámica, de Natalia Espinosa, Perro de Loza.

La visitamos mientras todos están en silencio y concentrados. Mientras el barro se va formando entre las manos.

“A mí la cerámica me encanta porque te remite a cosas cotidianas. En ese sentido hay una comunicación cercana con la gente. Requiere de un tiempo distinto. Es relajado. Se necesita una presencia plena,” afirma Natalia, que siendo una artista de varios formatos, ha encontrado en este medio mucha inspiración.

La siguiente parada de la caminata nos traslada 29 hacia el Centro Histórico: la Casa Nodo en la Juan Larrea y Buenos Aires. Es parte de No Lugar, un proyecto que lleva 8 años activo, con espacios de exhibición y residencia para artistas. La casa se camufla perfectamente con las casas del barrio América, pero al entrar por el portal rojo y largo, se ve arte por todos lados. En cada cuarto y sala de los tres pisos hay un taller de algún artista a quien le fue otorgada la residencia para su proyecto.

“Nos interesa ser una plataforma para artistas emergentes donde también haya un choque contextual que les permita acceder a otro punto de vista de la ciudad,” afirma Byron Toledo, uno de los fundadores. En la casa se ven los rezagos de un cuadro, de una fotografía, de una instalación. Hay papeles cortados, telas y tejidos y pintura regada en las paredes. Estamos llegando al final del año de residencia y sólo quedan Clío Bravo y Brenda Vega. Los demás están ahora exponiendo en Más Arte Galería, una exposición gestionada por No Lugar para sus artistas.

La Suerte se mueve con confianza en estos espacios. Saluda con afecto, se interesa. Es parte viva de la movida.

Nos dirige, entonces, a la última parada que ha escogido en su recorrido, en el barrio de San Marcos. Aquí encontramos a un grupo de jóvenes ilustradores, diseñadores gráficos y serígrafos, miembros de la Comuna

Serigráfica, un espacio para difundir esta técnica de grabado. Artistas como Jaime Villarroel, Isadora Soroche, Francisco Galárraga y Claudia Anhalzer (y otros más) se reúnen en una sala de la casa parroquial, ubicada a un costado de la iglesia de San Marcos. Se apodan “los comuneros”. “Más allá de ser un espacio donde compartimos, es un espacio donde se comparte el conocimiento del barrio y sus oficios,” nos cuenta Jaime. Encapsulando así la esencia de lo que todos estos jóvenes artistas tienen en común, ganas de auto gestionar sus esfuerzos, ganas de forjar una comunidad, pero ganas, al mismo tiempo, de ser independientes en el proceso.

La Suerte se despide contándonos que su dirección parece estar ahora llevándola más allá de las paredes. Suena a un destino poético. No hay duda que Quito está dando a luz a una nueva generación. Estaremos atentos… estaremos aquí para verla crecer… más allá de las paredes.

CASA MITÓMANA

Es importante revisar la agenda de la Casa Mitómana ya que es también un espacio donde se están generando iniciativas de artes escénicas y visuales. Un lugar que ha sido otorgado el Premio Iberescena y que no puede faltar cuando buscas arte independiente en la ciudad.

ESTUDIO AURA

Un espacio de arte ecua- mexicano que exhibe diseño, muebles y obras de arte. Aura utiliza materiales reciclados y originales para sus diseños donde puedes encontrar muebles tipo Acapulco, mesas y escritorios… y donde podrás encontrar también exhibiciones de artistas emergentes ecuatorianos.

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