En Ecuador, hemos perdido veinte cóndores silvestres en menos de dos años. Considerando que su edad de reproducción empieza a partir de los diez años, se deduce que el tiempo para siquiera considerar recuperar esta pérdida se mediría en décadas.

Solamente hay dos parejas reproductivas de cóndores en conservación en el país. Ambas viven en Cóndor Huasi: la casa del cóndor, un proyecto de conservación que opera en la Hacienda Zuleta, en un espacio de prosperidad singular para esta especie emblemática del Ecuador.
Pasión por un emblema de los Andes
Fue a inicios de los noventa cuando se avistaron los primeros cóndores que transitaban frecuentemente el valle zuleteño. Algunos lo hacían como parada de descanso hacia el Cotopaxi o Illinizas y otros eran residentes de la zona.
Constantes amenazas como la caza indiscriminada y envenenamiento por parte de agricultores locales buscando proteger su ganado ha contribuido a un importante declive poblacional, uno que ha colocado al ave nacional en un delicado estado de conservación; en menos de un década, su situación se acerca peligrosamente al riesgo irreversible de la extinción.
Frente a esta urgencia y con el impulso de la Fundación Galo Plaza Lasso, Cóndor Huasi inició su operación en 1996, es decir más de 25 años trabajando con la especie.
Taita e Inti fueron los primeros en llegar a Cóndor Huasi.
«En ese entonces no había lo que tenemos ahora y se escaparon a los dos días» cuenta como anécdota Yann Potaufeu, biólogo francés que trabaja desde el inicio del proyecto. No tardaron, afortunadamente, en encontrar a las aves, pues en el caso de Inti, una lesión en la cara y disparos en las alas que no le permitían llegar muy lejos. Taita ya no está, pero Inti tiene ahora veinticuatro años y es padre de Illapa, la primera cría de su pareja Ayu.

La segunda pareja de Cóndor Huasi es Coya (princesa) y Tarishka (huérfano), padres de Toa. En total, son siete cóndores. Aunque ambas parejas han atravesado el primer obstáculo hacia su conservación, la de reproducirse, todavía les resta seguir sanas para continuar.
En una pareja activa se promedia un huevo cada dos años, lo que representa un total de veinte pichones en una vida; «lo que nunca sucede», explica Potaufeu. Se han hecho proyecciones para saber si el futuro es positivo o no, pero por el momento el único identificador claro es el de una ‘bajísima’ tasa de reproducción para la especie.
Parte de los objetivos de Cóndor Huasi es rewilding, un concepto de conservación a gran escala que pretende devolver a las especies a su entorno natural con un estado cercano al original. Los tres ejes —reconstrucción, reproducción y reintroducción— se ponen en marcha todos los días a pesar de que el proceso entero puede durar decenas de años.

El lugar tiene un museo interpretativo, La choza del cóndor. Ahí se relata la historia de cada uno de los cóndores en cautiverio en el lugar. Energía solar e hidráulica generan energía renovable para el centro y encajan con el entorno del valle. Además, existe un naciente proyecto alrededor de los osos andinos (de anteojos), especie que, al igual que los cóndores, está amenazada y cumple una función natural imprescindible: son los jardineros del valle, contribuyendo a la reforestación del ambiente.
En escala de amenaza, los cóndores se encuentran en estado crítico y los osos en peligro. Son distintas, pero ambas preocupantes. Por eso, el trabajo de Hacienda Zuleta y Condor Huasi es indispensable para el bienestar del ecosistema andino que lo rodea.
Planifica tu visita a conocer el proyecto de reintroducción del Cóndor Andino en Zuleta comunicándote con nosotros o directamente con Hacienda Zuleta.
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