Manta, la llamada “Puerta del Pacífico”, se afianza cada vez más como motor económico y capital culinaria de la provincia más sabrosa del Ecuador.
Cuando en 1997 empezaron a llegar cruceros a Manta, la gente los recibía con admiración y curiosidad; no era para menos, cada que se plantaban estos mastodontes flotantes, añadiendo su contorno masivo al urbanismo costanero, la población crecía un por ciento. Hoy, visitan aproximadamente 20 mil pasajeros cada año en temporada (octubre-agosto) en más de 17 cruceros que hacen una parada en la ciudad. Pasajeros de todo el mundo se encuentran con una urbe dinámica, cuya sazón intriga y cuya calidez enamora, con más de doce playas cercanas.
Para llevarse una imagen clara de la ciudad es ideal pararse en el Parque Central, frente al mar. Al lado derecho está playa Tarqui y el Astillero, un paisaje con movimiento intenso de pescadores y comerciantes y grandes embarcaciones en construcción. A la izquierda, se ubica el edificio más alto, “El Vigía”, construido en 1973. Sus 16 pisos simbolizan el auge del desarrollo en Manta.
La ciudad, en realidad, ha crecido y se ha transformado como pocas en los últimos tiempos
El parque no deja de ser un excelente lugar para entender el presente y pasado de la ciudad. Es común sentarse entre jubilados y distraerse con las iguanas que corretean el suelo, se esconden bajo bancas o trepan los árboles. Enseguida empezará la conversa con los más nostálgicos, mientras se revelan datos históricos, leyendas, supersticiones; muchos ni siquiera nacieron en Manta, llegaron para quedarse, en algún buque comercial o pesquero, pero han hecho de esta ciudad su hogar.
Rezagos de la Manta antigua son pocos, y se ubican alrededor del centro. Si uno camina por Avenida 2 y Calle 10, en plena esquina, rodeado de almacenes de electrodomésticos, se encuentra a Paulino Montaño, quien desde hace 45 años se para ahí con su carreta a vender helado de coco con pan (¡sí, un verdadero sánduche de helado!). Sobre la loma de la Avenida 4 y calle 9 se ubica la cevichería Costa Rica que funciona hace más de 40 años. Tras la pequeña puerta vieja se pueden degustar deliciosos ceviches de filete de dorado. Bajando por esta calle (Calle 9) hasta Avenida 2, está el Museo Municipal Etnográfico Cancebí, que funciona en una casa construida en 1918, recientemente restaurada. El museo muestra el Manabí profundo, la vida del campesino y del pescador, la casa típica con su fogón, su estera o petate, su hamaca, idiosincrasias que miraremos de cerca más adelante en las rutas de esta edición.
Si no lleva sombrilla, palmas.
Volviendo al parque, en dirección sur, se ubica la Plaza Cívica, lugar donde se realizan actos de la ciudad, conciertos y eventos y que, cuando llega un crucero, se llena de puestos de artesanías. Podemos entonces acercarnos ya a playa Murciélago, la zona más popular y familiar (y hotelera) de la ciudad, donde, con cientos de lugareños, se puede aprovechar la centelleante orilla al atardecer.
Una playa por mes
Las doce playas que circunvalan la orilla costanera de Manta se cuentan desde Los Esteros, donde domina el movimiento del astillero y sus barcos en construcción (una de las actividades ofrecidas aquí es la pesca deportiva). Continuando hacia el oeste está Tarqui (ver recuadro), el muelle pesquero del puerto, donde, desde la Capitanía uno puede contratar un simpático paseo del muelle con los pescadores locales; las playas más populares, sin embargo, empiezan con Murciélago, donde se concentra la gente para refrescarse del trajín diario, caminar con la brisa o bañarse, con una amplia oferta gastronómica a través de su escénico malecón.
A medida que uno continúa bordeando cabos y bahías, es difícil escoger cual punto de la costa de Manta es más especial
A pocos kilómetros de Murciélago, está Barbasquillo, aún dentro de la zona urbana y comercial de la ciudad; al otro lado de la refinería de PetroEcuador, empieza Piedra Larga, una orilla de unos 3 kilómetros conocida por su animada vida nocturna, la cual termina en San Mateo, cuya ensenada, en todo el cabo, ofrece una extensión de aguas turquesa durante sus horas más soleadas. Luego aparece la pequeña extensión de La Tiñosa, que se distingue por su arena oscura, la cual converge en la enorme extensión de Santa Marianita, seguida de Ligüiqui, San Lorenzo, Las Piñás y Santa Rosa.
Playita mía
En 1929 se crea la primera parroquia urbana del cantón Manta, la parroquia Tarqui. Mucho antes del nacimiento de la ciudad moderna, Tarqui era el lugar de encuentro obligado de los habitantes. Ahí se detenía la gente a comer y tomar cerveza. Ahí se ubicaba el hotel y restaurante “Playita Mía” de Plutarco Bowen. Como era lugar de reunión, con el tiempo la gente se acostumbró a llamar toda la zona geográfica “Playita Mía” y hoy en día es el sitio ideal para ver cómo despierta la ciudad. Antes de las 5h00 llegan los primeros barcos cargados de todo tipo de pescado y marisco. Pescados pequeños, medianos, grandes, enormes. Colores, olores y sensaciones profundamente costaneros hacen de éste un paraíso del amante del pescado fresco. Puedes comprar tu pescado o marisco favorito y caminar hasta una de las cabañas de la playa, hacer que sus cocineros te lo preparen y sentarte a desayunar. ¡Del mar a la mesa!